Con
total desvergüenza los gobiernos que encabezan los partidos del capital asignan
a las desventuras de la naturaleza, sus responsabilidades ante las calificadas
catástrofes naturales.
Sin
embargo esas catástrofes no son tales sino más bien son la consecuencia de la
organización social capitalista, incapaz de brindar el avance del
conocimiento y la tecnología al servicio de la masa social que sostiene con su
trabajo, el beneficio que se llevan los explotadores.
Las
vicisitudes de la naturaleza ya fueron discutidas en años recientes, frente a
catástrofes de inmensa magnitud como fue el tsunami en el sudeste asiático en
2004, situación en la que se señalaron los riesgos del "Cinturón de Fuero"
del pacífico, previsibles con la tecnología disponible para la prevención de
movimientos sísmicos. En 2011 el terremoto en Japón fue detectado por los
sistemas de alertas conectados a los sismógrafos japoneses, insuficiente para
evitar el hundimiento de buena parte de la isla. Obviamente el acceso a la
tecnología en las diferentes regiones del planeta no es un problema de la
naturaleza, sino del orden establecido por la organización social capitalista.
En una palabra: se joden los de siempre.
Pero
volviendo a la ciudad de Buenos Aires, la reiteración de las inundaciones, de
los daños que las inundaciones provocan, se explican mejor por las políticas de
los partidos que gobiernan que por los problemas climáticos.
La
reiteración de los acontecimientos hacen que ante lluvias copiosas, se avecinen
los peores pronósticos sobre el cuerpo social.
En
primer lugar, la tarea inmediata será resolver el problema de miles de familias
que están bajo el agua, sin ropas, sin alimentos, sin luz, a la intemperie.
El
gobierno porteño y el gobierno nacional son responsables por responder
urgentemente.
Pero
sin una reorganización social es imposible desterrar las causas de las
catástrofes que no son naturales sino sociales.
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