El fallo contra los asesinos de Mariano Ferreyra se encuadra en los contenidos jurídicos de la clase capitalista.
Más precisamente, las leyes que gobiernan las relaciones sociales en éste, el estado burgués, aprueban, sostienen, justifican la continuidad jurídica de las leyes promulgadas por las dictaduras que precedieron los últimos 37 años. Altamira, con una claridad meridiana, señaló en el programa de TV de ayer, que la justicia no es independiente y que el 50% de las leyes que sostienen el andamiaje jurídico argentino, nacieron de dictaduras militares.
Habría que agregar las que fueron promulgadas por gobiernos policíacos (74-75) hasta la actual ley antiterrorista, de cuño kirchnerista.
El fallo es insuficiente no por el lapso de cárcel sino porque suaviza la responsabilidad criminal de los sicarios al mismo tiempo que ataca las pruebas aportadas, ni más ni menos que las mismísimas grabaciones y escuchas de las conversaciones entre Tomada y Pedraza.
Si bien hay un fallo condenatorio, hay también una recalificación de menor gravedad jurídica.
La situación planteada con el fallo, enseña una vez más que la re estructuración de la sociedad, no será resultado de una puja leguleya ni de leyes que promulgue el estado burgués, sino de la construcción de una sociedad nueva sobre bases obreras y socialistas, que sin lugar a ninguna duda, la clase obrera alcanzará sólo a través de la lucha y de la dirección de un partido revolucionario.
No es menor un fallo adverso a los asesinos, a la burocracia sindical, a sus cómplices, y a los policías, pero la justicia encontrará su verdadera significación, cuando la clase obrera dirija la organización de una nueva sociedad, con un programa revolucionario, obrero y socialista.
Luis Trombetta
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