martes, 19 de febrero de 2019

¿De veras estás en contra de las vacunas?


Han reaparecido teorías que aseveran que el sida es una construcción, una consecuencia del empleo de medicamentos como la zidovudina (conocida como AZT), que obedece a intereses de empresas farmacéuticas, que se puede resolver (¿curar?) llevando a la práctica los consejos de los denunciantes, aunque no se expresen públicamente cuáles son esos métodos terapéuticos y mucho menos se publiquen sus resultados (me refiero a las publicaciones científicas).

En la misma vertiente militan los que niegan el empleo de las vacunas, denuncian que la inmunización es una maniobra (otra vez) de los intereses capitalistas, o simplemente de intereses ajenos al bienestar de las personas, y posicionados en su individualidad y en la decisión de qué hacer con sus vidas (digamos en particular con sus cuerpos, biológicamente concebido) reclaman el derecho de decidir ya sea si aceptan la vacunación, el empleo de medicamentos, o simplemente el acto de concurrir a un médico, que obviamente concuerda con el conocimiento cuestionado.
Este planteo ha dado ya sus primeros resultados.
Y no fueron buenos.

La prueba fue la extensión del sarampión entre individuos susceptibles no vacunados, ocurrida en varios países europeos.
En el Mundial de fútbol de 2010 realizado en Sudáfrica, o digamos simultáneamente con este evento deportivo internacional, el sarampión avanzaba en el continente africano sub sahariano y su impacto en Sudáfrica no se demoró.
La importación del sarampión desde allí, provocó el contagio de 17 casos confirmados, cuando el último caso de sarampión endémico en Argentina ocurrió en el 2000.
En el Mundial 2014, realizado en Brasil, 19 de los 32 países que intervinieron tenían circulación activa del virus, sumado a los casos que ocurrieron en Brasil ese mismo año.
El Ministerio de Salud de Argentina alertó sobre la eventual reintroducción del sarampión, y recomendó actualizar el calendario de vacunación.

El rechazo al empleo de las vacunas, a la obligatoriedad del calendario oficial, esgrime y se respalda en el derecho a la elección individual de las acciones sobre el propio cuerpo.
Anula el concepto de salud pública (que en Argentina es universal y gratuita, aunque de diferente calidad y con restricciones inadmisibles) y tacha de autoritarios a modelos o paradigmas establecidos en la medicina de nuestro tiempo.

En este escenario de discusiones sobre los intereses espurios de la vacunación, apareció un problema de semántica: contagio vs transmisión.

De todas las opiniones en contra de la vacunación obligatoria, que incluyen el desprecio por el avance logrado por la inmunización, que entre otros fue fundamental para desterrar la viruela, combatir la poliomielitis infantil, controlar el tétanos neonatal, la transmisión vertical de la rubeola, y otro dato negado por los que suscriben estas posiciones, la disminución de hepatitis fulminante por virus A y su externalidad sobre los trasplantes de tejido hepático, un eslabón en esta cadena de absurdos, me llamó especialmente la atención.
Se trata de quienes diferencian contagio y transmisión, obviamente referido a las enfermedades que poseen un agente etiológico definido.

La palabra contagio tiene raíz latina.
[co(n)- lat. 'unión', 'contacto', 'acción completa' + tag- lat. 'tocar' + -iu(m) lat. ]
Y en los diccionarios consultados definen contagio, como Transmisión, por contacto inmediato o mediato, de una enfermedad específica.

Desacreditar la vacunación obligatoria, el calendario de vacunación, el empleo de medicamentos, la tecnología en la medicina, el conocimiento probado, no te hace ser un individuo libre.
Más vale te esclaviza.
¿O nunca pensaste que te podías enfermar?
¿De veras hay diferencias entre contagio y transmisión?

El nivel del conocimiento expresa el grado desarrollo de la sociedad que habita. Las relaciones entre las clases sociales, la producción de bienes y servicios, la apropiación de todos ellos en el capitalismo, no está es discusión.
Al menos, no se necesita explicar la desigualdad.

Pero negar los avances producidos en el área de la salud, tanto individual como colectiva, es negar que la expectativa de vida para quienes acceden a la tecnología diagnóstica, al tratamiento y a la prevención, se extendió enormemente.
Resolver el acceso a las clases explotadas, es otra discusión.