El
informe semanal Nº 202 señala que el primer semestre del año se caracteriza por
la devaluación y el aumento de la inflación.
Para
el segundo semestre se conjetura la posibilidad que pueda disminuir el ritmo
devaluatorio del dólar paralelo junto a un aumento de la productividad industrial
pero difícilmente se desacelere la inflación.
El informe se pregunta ¿cuánto aguantará el bolsillo del consumidor?
El informe se pregunta ¿cuánto aguantará el bolsillo del consumidor?
O
sea: ¿cuánto aguantaremos los trabajadores una inflación creciente sin
recomponer los salarios (poder adquisitivo)?.
El
informe del Banco ciudad marca el camino: re apertura de las paritarias y
asambleas de base para discutir el aumento salarial.
Que
se convoquen asambleas y que se designen delegados paritarios con mandato.
Los
trabajadores no pagaremos el costo de “este cocktail macroeconómico complejo”, ni el
deficit “del sistema financiero sigue sumando más de lo que resta”.
Luis Trombetta
El resumen y los contenidos se presentan a
continuación:
LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
Nada de lo que está ocurriendo en el sistema
bancario es sorpresivo. La combinación de una fuerte expansión monetaria con
restricciones a la compra de dólares mantiene bajas las tasas de interés y alta
la inflación. Esto perjudica a los ahorristas (que ven desvalorizar sus ahorros
en términos reales) pero incentiva la demanda de crédito, en particular de las
empresas.
La expansión de los pesos en la economía (a un
ritmo promedio del 35% anual) termina empujando el dólar paralelo y la
inflación pero, al mismo tiempo, incentivando el consumo como estrategia
defensiva ante la segura desvalorización de la moneda. En este balance de
efectos positivos y negativos de la emisión monetaria, el primer semestre se ha
inclinado por los negativos (devaluación e inflación).
El balance del segundo semestre está en
discusión. Se sabe que habrá más pesos para financiar al fisco (unos $40.000
millones se imprimirían de aquí a fin de año) pero se esperan más dólares por
aumento de las exportaciones agrícolas –gracias a las lluvias- e industriales
–gracias a las medidas de reactivación en Brasil. Esto permitiría abrir un poco
más el grifo importador de insumos para aumentar el ritmo de producción
industrial y asistir con bienes importados la demanda de consumo. Si todo esto
se cumple, el balance podría combinar un menor ritmo de devaluación del dólar
paralelo y más actividad pero, con fuerte expansión monetaria y mayor
devaluación del dólar oficial (que aceleró el ritmo devaluatorio del 10% al 17%
anualizado en los últimos meses), difícilmente alcance para desacelerar la tasa
de inflación.
La pregunta del millón es cuánta aceleración
inflacionaria soportarán los bolsillos de los consumidores sin resentir el
consumo privado. Y cuánta suba de costos en dólares soportarán las industrias
exportadoras y las economías regionales sin comenzar a perder mercados y
reducir la inversión. Así, el peso de la inversión, la creación de empleo y el
nivel de actividad recaerá sobre los sectores orientados al mercado interno,
protegidos de la competencia externa y fuera del radar de la regulación oficial
de precios. Otro sector a monitorear de cerca será la industria de la
construcción. Este sector -clave para la creación de empleo- se debate entre su
rol de refugio de valor para los pesos circulantes versus la notable retracción
del mercado inmobiliario y la caída del valor en dólares de las propiedades.
En este cocktail macroeconómico complejo, el
sistema financiero sigue sumando más de lo que resta. La caída de depósitos y
créditos en dólares es una mala noticia que parece compensada por la
aceleración de los préstamos en pesos. La suba de tasas pasivas ha sido módica
e insuficiente para desincentivar el consumo y los préstamos al sector privado
en pesos crecen cerca del 40% anual. Así, el balance es netamente expansivo. En
este informe repasamos los principales números del sector.
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