La cara de la derrota
política, se mira en las redes sociales.
Si algo ha caracterizado la campaña electoral de los tres partidos que
disputaron los primeros lugares, ha sido la ausencias en las calles.
Para los memoriosos y jubilados, las campañas peronistas y radicales, sumaban
miles en las avenidas y canchas de fútbol
Hasta socialistas gorilas supieron marcar el paso en la escena pública.
La debacle de los partidos patronales es inocultable.
Basta ver la TV
para comprobar la crisis.
Discusiones televisivas, Brancatelli, Kampfer, Intratables, C5N, TN, Viale, son
los que reemplazan la movilización social.
Es la época de las redes sociales.
Más que redes de comunicación son redes de pesca de desprevenidos, a los que
los invitan a votar por el menos malo, el menos derechista, el que encarna la
voluntad popular, o todo lo contrario, ya que Macri y Scioli, son más de lo
mismo.
El silencio de los kirchneristas como Navarro, la cámpora (con minúscula porque
decrecieron en poder), y la misma CFK, da la medida de la profundidad del
hundimiento.
Paenza sale a explicar la aritmética electoral.
Solo falta que algún meteorólogo nacional y popular, anuncie el clima de un
futuro gobierno kirchnesciolista.
Por su parte, Macri teje relaciones entre pejotistas de mejor olfato y los
nuevos allegados, a los que esperan como a náufragos sin destino.
Visto desde otra perspectiva, es una época maravillosa.
Asistimos a las convulsiones de un sistema de partidos patronales que no pueden
ocultar su carácter reaccionario.
Lejos de las movilizaciones del pasado, la disputa entre capitalistas, regresa
a la bolsa de comercio, donde Perón dio en su tiempo, tranquilidad a los
especuladores.
Las calles serán testigos vivientes, de la resistencia a los planes peronistas
y macristas.
Es cuestión de avanzar en la estructuración del clasismo a nivel de masas.
Una tarea que sabremos honrar.
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