El jueves comencé el Curso Superior de Salud Pública en la Asociación de Médicos Municipales y durante la mañana tras la presentación de los asistentes, se comentaron distintas experiencias de trabajo y por supuesto se encontraron lugares comunes.
Naturalmente es así, más en el caso de colegas que como yo, estamos culminando la tercera década profesional.
Pero este no es el motivo de esta carta.
Es otro muy distinto.
Por casualidad la colega que se sentó a mi lado comentó que el Dr. Arnaldo Jorge Landriscina había fallecido en diciembre pasado.
Inmediatamente solicité la confirmación de esta triste noticia e inclusive me comuniqué con un dirigente de la AMM, quien ratificó el fallecimiento de Jorge.
La noticia me apenó muchísimo, en parte por la demora en enterarme, la total casualidad y lo inesperado del hecho.
En 1986 me tuve que ir del Muñiz justo cuando nacía mi hijo, ya que no había ninguna posibilidad de tener un salario en el hospital.
Había ingresado a la Sala 17 en 1982.
Era duro pero era así.
Simultáneamente me enfermé de tuberculosis y la situación se complicó más todavía.
Pero tampoco esta carta es para contar mi historia personal, que no es interés público.
En 1987 mi amigo el Dr. Marcelo Bases circunstancialmente me visitó en mi casa y me dio un dato que después ayudó a cambiar mi vida.
Me dijo que fuera al hospital Durand a ver al Dr. Landriscina, ya que en ese momento estaban tomando médicos para la guardia.
Me presenté con el gordo Landriscina y en pocos días ingresaba a la guardia del Durand como médico especialista en medicina interna, para ocupar el cargo de internista, aunque en definitiva ocupé un cargo de ayudante de guardia.
No importó en ese momento y gracias al gordo entré a la ex – Municipalidad con ficha y un sueldo.
Mucho tiempo después conocí otro aspecto de Jorge Landriscina; su militancia política.
Landriscina fue peronista y después del golpe de estado lo cesantearon.
Fue reincorporado después del 83 recuperando su puesto de neumonólogo.
También se desempeño en la Legislatura de la Ciudad, sino recuerdo mal, en el bloque de Alicia Pierini.
Discutí con él cuando fue asesor en la Comisión de Salud alrededor del 2001; después vino a reuniones cuando la Lista Alternativa se formaba en la AMM.
Demás está decir que el gordo no se integró a la oposición en la AMM y menos aún teníamos semejanzas o coincidencias políticas.
Pero discutíamos y cambiábamos ideas.
Tuvimos una relación fraternal.
También se desempeño como docente en la Escuela de Salud Pública y a veces nos encontrábamos en sus inmediaciones.
Nos reíamos de algún tema de política de actualidad y quedábamos en vernos nuevamente.
El jueves supe de su muerte y me apené muchísimo.
Vale este recordatorio como despedida para un amigo.
Luis Trombetta
Naturalmente es así, más en el caso de colegas que como yo, estamos culminando la tercera década profesional.
Pero este no es el motivo de esta carta.
Es otro muy distinto.
Por casualidad la colega que se sentó a mi lado comentó que el Dr. Arnaldo Jorge Landriscina había fallecido en diciembre pasado.
Inmediatamente solicité la confirmación de esta triste noticia e inclusive me comuniqué con un dirigente de la AMM, quien ratificó el fallecimiento de Jorge.
La noticia me apenó muchísimo, en parte por la demora en enterarme, la total casualidad y lo inesperado del hecho.
En 1986 me tuve que ir del Muñiz justo cuando nacía mi hijo, ya que no había ninguna posibilidad de tener un salario en el hospital.
Había ingresado a la Sala 17 en 1982.
Era duro pero era así.
Simultáneamente me enfermé de tuberculosis y la situación se complicó más todavía.
Pero tampoco esta carta es para contar mi historia personal, que no es interés público.
En 1987 mi amigo el Dr. Marcelo Bases circunstancialmente me visitó en mi casa y me dio un dato que después ayudó a cambiar mi vida.
Me dijo que fuera al hospital Durand a ver al Dr. Landriscina, ya que en ese momento estaban tomando médicos para la guardia.
Me presenté con el gordo Landriscina y en pocos días ingresaba a la guardia del Durand como médico especialista en medicina interna, para ocupar el cargo de internista, aunque en definitiva ocupé un cargo de ayudante de guardia.
No importó en ese momento y gracias al gordo entré a la ex – Municipalidad con ficha y un sueldo.
Mucho tiempo después conocí otro aspecto de Jorge Landriscina; su militancia política.
Landriscina fue peronista y después del golpe de estado lo cesantearon.
Fue reincorporado después del 83 recuperando su puesto de neumonólogo.
También se desempeño en la Legislatura de la Ciudad, sino recuerdo mal, en el bloque de Alicia Pierini.
Discutí con él cuando fue asesor en la Comisión de Salud alrededor del 2001; después vino a reuniones cuando la Lista Alternativa se formaba en la AMM.
Demás está decir que el gordo no se integró a la oposición en la AMM y menos aún teníamos semejanzas o coincidencias políticas.
Pero discutíamos y cambiábamos ideas.
Tuvimos una relación fraternal.
También se desempeño como docente en la Escuela de Salud Pública y a veces nos encontrábamos en sus inmediaciones.
Nos reíamos de algún tema de política de actualidad y quedábamos en vernos nuevamente.
El jueves supe de su muerte y me apené muchísimo.
Vale este recordatorio como despedida para un amigo.
Luis Trombetta
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