domingo, 26 de enero de 2014

Pesca, sexo y política. O un día en que fracasó la pesca

Pesca, sexo y política

Las predicciones del Servicio Meteorológico Nacional se parecen a las mediciones del INDEC.
Tengo la sensación de que no son creíbles, pero no tengo los datos verdaderos.
Los intuyo, pero no tengo certeza.
Fue lo que ocurrió en las dos últimas semanas.
La temperatura va a descender y después lloverá.
Casi una sentencia que se cumplirá más temprano que tarde.
Por eso esperamos en vano que la temperatura bajara y como nadie creyó que ocurriría, suspendimos la excusión de pesca, la semana pasada.
Los 47 de sensación térmica nos dieron la razón.
Para este fin de semana descendería la temperatura y llovería a más tardar el miércoles.
No ocurrió. La tormenta anunciada pasó leve y ligera, con una lluvia corta pero se cumplió el anunciado descenso del calor.
Los pronósticos daban que el sábado sería un día lindo.
Así simplemente dicho, proponía una buena jornada para la pesca.
Salimos de la amarra en Carupá y pusimos rumbo al Río de la Plata.
- ¿Te parece que vayamos igual? Hay informes de viento sudeste rotando al este  después del medio día. Velocidad en nudos, bla,bla, bla.
- Si. Va estar bien.
- Bueno. Llevo la buena onda.
El sudeste había soplado muy fuerte y el río estaba exageradamente crecido.
El viento soplaba permanentemente. Es cierto que no era fuerte, pero la lancha se movía, no se acomodaba y las líneas de dorado cambiaban el rumbo al ritmo de la corriente, siempre cambiante.
Una cagada.
Inmensos camalotes y juncos a la deriva, mostraban la fuerza del río y lo inevitable: su marea.
Cuando sube, la “basura” entra.
Cuando baja, la “basura” sale.

El fracaso de la pesca estaba garantizado.
En verano en el río, aguas afuera, los dorados aparecen con poca agua, en bajante, con viento de cualquier cuadrante, menos del sudeste.
La lancha es una prisión obligadamente compartida.
No te podés bajar y con frecuencia no elegís a tus compañeros.
Conocés al navegante, a los marineros casi nunca.
Los ensayos se continúan con cada intento. Cambiar la carnada, la línea, el anzuelo, la plomada.
Hubiera sido mejor cambiar el día.
Después de un rato largo de fracasos, comentadas las desdichas y los aciertos de otras jornadas, ya no hay nada más que decir.
La pesca se transforma en una sesión de psicología de grupo.
Lo primero es lo primero: comentarios procaces, insinuaciones de homosexualidad reprimida, reproches chistosos que no tienen nada de gracioso y mientras tanto, quiero pescar aunque sea un bagre.
Cuando voy a pescar hay dos reglas que cumplo: no como y no converso. Por supuesto, tampoco bebo alcohol.
Al rato comienza el desfile de las latas de cerveza.
La heladerita tiene una provisión inagotable y asoma una botella de Fernet.
Yo tengo una botella de agua saborizada y una coca zero. 1200 cc sin alcohol.
Lo siguiente es la diferenciación en el grupo.
Están los que siguen con comentarios homo. Ni siquiera lo son, pero ¿se divierten? uno tocándole el culo al otro y prometiendo una noche que compense el fracaso de la pesca.
El otro grupo cuenta hazañas en puteríos de Flores. Anécdotas incomprobables, inconfesables en otros ambientes, lujurias pagadas a buen precio, macanas gigantes.
De la pesca al sexo relatado, hay una línea recta y corta.
No hay pique, el viento jode, la lancha se mueve ¿de qué vamos a hablar?
Por ahora de coger.
Los grupos no se interesan entre si. Mantienen sus fronteras, aunque alguno imita una risa con el cuento de los otros.
Corre la cerveza.
Entre tanta excitación relatada, el pique de algún patí, desconcentra la tertulia.
Falsa alarma.
Seguimos con el relato de coger a bordo.
Ya después del medio día, las esperanzas de pescar están liquidadas.
El viento no cumplió con el SMN y hace lo que quiere.
La lancha lo acompaña. Hay demasiada agua. Parece una tontería quejarse de la cantidad de agua en el medio del Río, pero la crecida fue grande.
El sudeste “mete” agua con todo, inundando las islas, los bancos y las pequeñas islas frente a Oyarbide desaparecen.
La pesca ya fracasó pero nadie quiere decirlo.
Tras el almuerzo, el descanso sexual.
Ahora viene la política.
Si hay algo que está tácitamente prohibido entre pescadores, es hablar de política arriba de la lancha.
Y si hay alguna ley que no se cumple, es esta.
Las quejas arrecian.
- Por que si vos ves una serie yankee…nunca falta la bandera de los EEUU.
- Por que en este país, no hay patriotismo 
- Por que si hubieran matado a algún político como a Kennedy, Luther Kin…se cuidarían de no hacer cagadas.
- No hay precio para el dólar.
- No hay precios para los repuestos (de la lancha, por supuesto)
- A pescar va a venir el que tenga guita (como hasta ahora)

Cuando el agotamiento del tema se alcanza, se vuelve a la cerveza.
Ya es tarde y hay que regresar.
Una repasada por el sexo, alguna macana contada por enésima vez y ahora solo queda sacarle el cuero a un ausente.
Misión cumplida.
Hemos terminado.
Regresamos.
Otra vez el SMN me arruinó la pesca.
La culpa, bueno, siempre la tiene alguien.
La puta madre no pescamos un sorete.
La próxima vez, la próxima… vez…..la próxima…
Regresamos a Carupá.

Hay un chiste entre pescadores, repetido, pero gracioso.

Un tipo le dice a otro en la lancha: ¿tu mujer te dejó venir a pescar? Si, pero tuve que arreglar primero la pérdida de agua en la cocina.
El otro le dice ¿y a vos? Si, pero me hizo arreglar el inodoro del baño.
¿Y vos?
Yo puse el despertador a las 4 de la mañana.
Sonó.
Me desperté y le dije: ¿tenemos sexo o me voy a pescar?
¿Y qué te dijo?
Abrigate.


Luis Trombetta

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