Desagradables.
El rumor es un ensayo de noticia que no se
puede decir porque tiene algo de indecente.
Si la noticia tiene la virtud de la fuente,
el rigor de la verificación, la autoría intelectual, el rumor es su contracara.
Los rumores son de variado tipo.
Los hay de temas privados y públicos.
Involucran a personas que quedan expuestas.
Es el de la calle, del edificio, del almacén,
del trabajo, de la oficina, del hospital.
De la más extensa galería de orígenes y
lugares.
El rumor es una muestra de la cobardía de su
generador.
Si fuera noticia, no sería rumor.
Si fuera un adelanto exclusivo, tendría el
valor de la primicia periodística.
Si fuera una buena noticia, de cualquier
tipo, ya no tendría el carácter clandestino.
Al fin de cuentas, una buena noticia es
siempre bienvenida.
Un rumor, si se cumple, es la concreción de
un acto que huele a conspirativo.
Hasta termina en profecía auto cumplida, cuando
el rumor deja de ser un chisme para aparecer en primera plana.
¿Viste?
Al fin, era cierto.
De todas formas, es impúdico.
Se dice en voz baja, se corre por los
pasillos, los ascensores, las escaleras, en los organismos, a veces en las
calles.
Habrá golpe de estado.
El rumor más nefasto. Muchas, muchísimas
veces, cumplido, porque es una señal, un aviso del accionar de unos contra
otros.
Habrá devaluación.
Así salen corriendo los agiotistas, los
especuladores de todo orden, para pescar la ganancia.
Se va fulano.
Y ahí empiezan a probarse el traje y el
sillón. Se preparan para la foto.
Tráfico de influencias, globos de ensayo,
mentiras a sabiendas, mala intención, ambiciones proyectadas, mala leche.
Nació mucho antes que nuestra época.
No se termina así nomás.
Siempre lastima.
Siempre degrada.
Lo mejor sería leer la Carrera Profesional.
Y además cumplirla.
Quién te dice que un día terminan los
rumores.
Luis Trombetta
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