Através de un decreto, cuatro días después de las elecciones legislativas, el Ministerio de Salud ordenó reducir las denominadas “suplencias de guardia”. La medida impacta directamente en la atención sanitaria porque las suplencias, en verdad, cubren desde hace años el déficit crónico de nombramientos de trabajadores de la salud titulares en los servicios. Según datos que manejan las asociaciones de profesionales y sindicales (agrupadas en la Coordinadora Gremial por la Salud Pública -Cogresap-), hay unos 2.200 cargos concursados que por motivos presupuestarios no son ocupados.
El recorte implica una reducción de entre un 30 y 40 por ciento de las suplencias de guardia. Afecta a unos 1.500 trabajadores y golpea donde más duele: la atención primaria de una parte de la población (17,6 por ciento) que sólo cuenta con cobertura estatal. Apesar de que la Encuesta Permanente de Hogares indica que cada vez más porteños se atienden en el sistema privado, el número de consultas en hospitales públicos crece desde el comienzo de la década pasada. En 2012 –últimos datos disponibles-recibieron 9,3 millones de consultas, muchas atendidas por profesionales precarizados que realizan suplencias en guardias estresantes, sin vacaciones ni estabilidad laboral y sin aumentos de sueldos en los últimos tres años.
El decreto 1657, del 31 de octubre, está firmado sólo por la ministra de Salud, Graciela Reybaud. Allí ordena limitar las suplencias de guardia que realizan los profesionales en todas las áreas. Según el texto, la decisión se fundamenta en la “necesidad de ordenar el sistema de suplencias profesionales, así como el proceso de liquidación”.
El sistema de salud porteño atraviesa un problema endémico: la falta de personal. “En la actualidad hay más de 2 mil cargos concursados, con su titular nombrado, pero que al momento de asumir le comunican que está desfinanciado, es decir, que no tiene presupuesto”, explica Jorge Pachamé, médico de la Maternidad Sardá y referente de la oposición en la Asociación de Médicos Municipales (AMM). La falta de nombramientos provocó que los “huecos” se fueran llenando con suplencias: hay servicios enteros que funcionan con suplentes. Sin embargo, el gobierno cercena las suplencias cuando aún no normalizó los nombramientos.
Si los cargos fuesen cubiertos por sus titulares, indica Pachamé, el decreto del Ejecutivo tendría sentido. “En ese caso las suplencias desaparecen o se reducen a lo mínimo e indispensable para cubrir licencias, enfermedad o vacaciones. Esto sería normal en una estructura que funcione normalmente”.
El impacto real
En términos concretos, la medida implica la reducción de ciertos programas o directamente el cierre. Los más afectados son los de áreas de emergencia, aunque también lo sufrirán los consultorios externos y numerosos servicios y programas que funcionan con un mix de profesionales titulares y suplentes.
El SAME es el que sentirá más el tijeretazo. Como no tiene estructura propia prácticamente todo el plantel –salvo los coordinadores-son médicos nombrados en hospitales que suben a las ambulancias en calidad de suplencias de guardia. A partir de la reducción impulsada por el Ministerio de Salud, el Programa Asistencial Domiciliario Urbano (PADU) – Clínico, que funcionaba hace diez años, desapareció. En este programa trabajaban unos 35 médicos que atendían 10 mil “auxilios anuales”. El PADU Clínico se encargaba del llamado “código verde”, es decir, de aquellos pacientes que llamaban al SAME por algún inconveniente menor, como un dolor de garganta o fiebre. Entonces, en vez de movilizar la ambulancia, el médico, por su cuenta, se acercaba hasta el hogar. Un profesional que quedó cesanteado explicó a Diario Z que “ahora esos auxilios quedarán sin atención porque, aún con la mejor voluntad, no hay capacidad para cubrir la demanda si nos dejan afuera”.
Otro caso es el programa Pediatras en Casa, que quedó reducido a la mitad. Funcionaba desde el año 2000 y atiende (atendía) unas 14 mil consultas anuales. De 60 profesionales, quedaron 30. Los pediatras hicieron paro y reclaman, además, por una reducción encubierta del salario: como las guardias se pagan por módulos, al reducir a la mitad la cantidad de suplencias, esto significa menos plata en el bolsillo para el trabajador. “El programa se creó como una forma de aliviar el servicio de emergencia”, dice Nadia Tirotta, integrante de Pediatras en Casa. “Con esta reducción es imposible llevar a cabo el mismo nivel de servicio”, agrega.
Pachamé advierte que el ajuste se va a sentir mucho en las guardias de los 13 hospitales de agudos, adonde llegan los casos más urgentes y se viven las situaciones más dramáticas.
La realidad todavía es difícil de cuantificar ya que, según el decreto, cada director de cada hospital debe recortar por donde crea más conveniente. Con la reducción del 30 por ciento de las suplencias, en algunas guardias –como la del Penna, que recibe 400 mil consultas al año- hay días que en vez de 10 médicos, hay 8, y otros días 5. También está afectando la atención en consultorios externos: en la Maternidad Sardá, sólo tres de seis están funcionando a pleno.
El Hospital Álvarez es uno de los más damnificados. Osvaldo Saleh, médico del Servicio de Cardiología, dice que desde el 5 de noviembre “nos impusieron una reducción de 600 horas de guardia y muchos servicios fueron afectados de diferente manera. Unos 50 profesionales perdieron el trabajo y a otros 50 se les reducen las horas”, explica. El impacto en la atención es contundente: “En el hospital –sigue Saleh-ya no podemos hacer más endoscopías de urgencia, ni diálisis y de 14 estudios de cámara gamma que hacíamos por día pasamos a 6”. El ajuste también alcanzó a diversos programas de salud mental (cuyos talleres son cubiertos con suplencias), medicina familiar, cardiología e infectología, genética prenatal y la atención en consultorios externos de adultos e infanto-juvenil.
Hace 22 meses, la guardia del Álvarez sufrió un incendio que la dejó inutilizada. Desde entonces, el número de consultas fue bajando debido a las pésimas condiciones: los pacientes son atendidos en contenedores y pasillos. Entre 2011 y 2012, según datos de la Dirección de Estadísticas y Censos, el número de urgencias se redujo en más de 20 mil.
En el Hospital Moyano, que atiende a mujeres con problemas psiquiátricos, el recorte implica pasar de 500 horas de guardia al mes a 250, según explica Gabriela Martínez, médica psiquiatra del servicio de admisión. “Acá tenemos 900 pacientes internadas, 6 mil consultas ambulatorias mensuales. Pero sólo contamos con 24 psicólogos de planta, 20 psicólogos sociales, 80 psiquiatras”, detalla Martínez. Las suplencias de guardia completaban el servicio con 28 psicólogos más y 20 psiquiatras, que cumplían tareas asistenciales. “Estos profesionales no tenían cargos de planta, estaban contratados en forma precarizada y trabajaban sólo con las guardias. Es decir, con el recorte no irían más al hospital”, añade.
Con esta medida, se cae una parte importante de la atención. Martínez: “Hay servicios que se sostenían con suplencias, como el servicio Santa Rosa, en donde se hacen tratamientos prologando a unas 70 pacientes. Ese programa tiene una jefa a cargo que ganó el concurso pero no la nombran y no cobra. No sabemos qué va a pasar”. Tampoco hay certezas de qué sucederá con el hospital de día –que reemplaza con un tratamiento ambulatorio a las internaciones- ya que de 11 profesionales, quedarían sólo dos psicólogos de planta.
Cada hospital vive una situación difícil. “Estamos en un contexto complicado”, advierte Susana Toporosi, psicóloga y coordinadora de Salud Mental del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. “En el servicio de Neurología hace muchos años que están solicitando dos nombramientos. El servicio de Quemados, el único que atiende a niños quemados, hicieron propaganda de que estaba hecho a nuevo, pero nunca nombraron a nadie y tiene un jefe que se está por jubilar. En Cardiocirugía faltan nombramientos y los residentes cubren los baches. Y hace dos meses cerraron la Terapia Intermedia por falta de recursos humanos”, enumera, casi de memoria.
Hacer el vacío
Para la Cogresap, está claro que el objetivo del gobierno porteño es el “vaciamiento” y no dudan de tildar el 2013 como un “año sombrío para la salud pública”. El conflicto comenzó a mediados de este año con la reducción de entre 1.500 y 2.000 pesos el salario de unos 16 mil profesionales, originada en un error de liquidación. Luego continuó con la promesa incumplida de regularizar los nombramientos y con el retraso del pago -de hasta 5 meses- a los residentes. Y por último, el decreto 1657 (de límite a las suplencias de guardia) que califican como el “zarpazo final”.
Esta realidad convive con otros problemas estructurales, como el déficit en enfermería, que se calcula de entre 5 y 7 mil enfermeros. Según un informe de la Auditoría General de la Ciudad, la proporción ideal sería de tres enfermeros cada un médico. En los hospitales porteños, apenas se empatan: uno y uno.
Mientras tanto, el presupuesto no para de caer: en 2005 el monto destinado a Salud representaba un 23,4% del presupuesto total de la Ciudad; este año es del 20,4%, y en 2014 seguirá bajando a 19,6%.
Sin embargo, si uno se dejara guiar por los spots gubernamentales, los hospitales públicos son una especie de paraíso donde se encuentran salas de guardia que “no se ven en los establecimientos privados”, según Mauricio Macri.
Detrás del discurso, hay servicios que cierran por falta de personal (como la Terapia Intermedia del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez) e inauguraciones para-la-foto, como el caso denunciado por Diario Z en el Hospital Alvear, donde la guardia quedó impecablemente bajo llave.