Después de la charla con un amigo, decidí
ver la película.
Tras su estreno, por distintas fuentes
supe que era una película conmovedora.
Después de verla, lo confirmé.
Desde el principio y durante casi toda la
película estuve muy intranquilo.
Aunque no sabía el argumento, presentía
que la historia no podía terminar más que con la muerte de sus protagonistas
Al menos, esa era la verdad histórica de
los militantes de la contraofensiva montonera.
Cinematográficamente me pareció un poco
lenta.
Bien logrado el agregado de imágenes gráficas
que reemplazan las escenas de muerte. Aminoran el dolor.
En mi opinión, la vida de los montoneros
que regresaron en la contraofensiva fue una vida irreal. Volvieron para
emprender el camino de la muerte. Tenían la derrota asegurada. Se los dice en
la película el personaje de la abuela (Cristina Vanegas), que comprende la
realidad que ninguno de los tres protagonistas pueden ver.
En la película están en peligro desde el
comienzo, desde que ingresan al país.
Pero en realidad ya estaban derrotados
desde hacía tiempo.
Militarmente estaban acabados y
políticamente habían fracasado.
Las reuniones con los militantes, el militarismo,
las consignas gritadas en una habitación, la exhibición de armas, caracterizan
el fracaso político.
La película lo muestra crudamente aunque desconozco la intención del director.
En esta historia no hay heroísmo. Hay
fracaso.
La inseguridad de los militantes también
expresa la debilidad política: casas que se creen seguras y citas podridas.
¿No sospechaban que estaban infiltrados?
La “contraofensiva” fue una masacre.
El pibe es un extraño que se debe insertar
con una historia difícil de sostener.
Tiene acento cubano, no sabe historia
argentina. Repite frases que le dictan.
El chico lleva la vida en dos planos. Con
su padre aparece la disciplina política, militante.
Con el tío se encuentra con su edad, su
tiempo real, y en el encuentro con su compañera de colegio todo se derrumba.
Se desordena el plan. La clandestinidad
que se le exige a un chico, es insostenible.
Ese también es parte del error político
de sus padres militantes, que pretenden que el pibe asuma una realidad que es
imposible que haga propia.
En la argentina de la dictadura
videlista, con el terror de las desapariciones y los campos de concentración,
no hubo contraofensiva montonera.
El foquismo peronista estaba acabado.
No hubo una guerra, hubo una cacería.
La película me incomoda.
Me recuerda la época y la vida de
aquellos días.
Ambos padres y el tío confirman mi mal
presagio inicial.
El personaje de Natalia Oreiro me parece desaprovechado.
Ella se pone muy dura con su madre, es afectuosa
con sus hijos. Tiene un guión acotado.
Por último combate y se enfrenta a su
destino: la derrota.
No hay referencia política. No hay
discusión ideológica. Sólo hechos consumados.
El contenido político es el militarismo y
un sacrificio humano tan innecesario como ideológicamente equivocado.
La película narra una época dolorosa.
Los recuerdos regresan y perturban el
presente.
No puedo dejar de pensar en los miles de
jóvenes que siguieron la ruta del nacionalismo burgués encarnado en el
peronismo de los setenta, en las ilusiones en el socialismo nacional, en el
hospital de niños en el Sheraton Hotel…y en el fracaso rotundo de los
montoneros en dirigir a la juventud de aquellos días hacia la victoria política.
El peronismo con Perón y tras su muerte,
pretendieron formar una barrera de contención para las masas que desde el
Cordobazo, vivaban un gobierno obrero y popular.
La juventud quedó atrapada en un callejón
sin salida.
Delimitarse y romper con el peronismo era
su única salida.
El final, todos lo sabemos.
Luis Trombetta
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