sábado, 27 de octubre de 2012

¿Perón combatiendo el capital? ¡No jodamos!


A propósito de un comentario publicado en Facebook, referido a la asunción de Perón en el Departamento Nacional del Trabajo el 27 de octubre de 1943, transcribo tres pasajes del discurso de Perón en la Bolsa de Comercio siendo Secretario de Trabajo y Previsión en 1944

El discurso completo puede encontrarse en internet en el archivo histórico oficial: Biblioteca Escolar de Documentos Digitales
http://biblioteca.educ.ar
¿Perón combatiendo el capital? ¡No jodamos!

Es grave error creer que el sindicalismo obrero es un perjuicio para el  patrón. En manera alguna es así. Por el contrario, es la forma de evitar que  el patrón tenga que luchar con sus obreros, que su sociedad patronal que lo  representa luche con la sociedad obrera que representa al gremio. En  síntesis, es el medio para que lleguen a un acuerdo, no a una lucha.
Así se suprimen las huelgas, los conflictos parciales, aunque,  indudablemente, las masas obreras pasan a tener el derecho de discutir sus  propios intereses, desde una misma altura con las fuerzas patronales, lo  que analizado, es de una absoluta justicia. A nadie se le puede negar el  derecho de asociarse lícitamente para defender sus bienes colectivos o  individuales: ni al patrón, ni al obrero. Y el Estado está en la obligación de  defender una asociación como la otra, porque le conviene tener fuerzas  orgánicas que puede controlar y que puede dirigir; y no fuerzas inorgánicas  que escapan a su dirección y a su control. Por eso nosotros hemos  propiciado desde allí un sindicalismo, pero un verdadero sindicalismo  gremial. No queremos que los sindicatos estén divididos en fracciones  políticas, porque lo peligroso es, casualmente, el sindicalismo político.
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Para evitar que las masas que han recibido la justicia social necesaria y lógica no vayan en sus pretensiones más allá, el primer remedio es la organización de esas masas para que, formando organismos responsables, organismos lógicos y racionales, bien dirigidos, que no vayan tras la injusticia, porque el sentido común de las masas orgánicas termina por imponerse a las pretensiones exageradas de algunos de sus hombres. Ése sería el seguro, la organización de las masas. Ya el Estado organizaría el reaseguro, que es la autoridad necesaria para que cuando esté en su lugar nadie pueda salirse de él, porque el organismo estatal tiene el instrumento que, si es necesario, por la fuerza ponga las cosas en su quicio y no permita que salgan de su cauce.
Ésa es la solución integral que el Estado encara en este momento para la  solución del problema social. Se ha dicho, señores, que soy un enemigo de los capitales, y si ustedes observan lo que les acabo de decir no encontrarán ningún defensor, diríamos, más decidido que yo, porque sé que la defensa de los intereses de los hombres de negocios, de los industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del Estado. Sé que ni las corrientes comerciales han de modificarse bruscamente, ni se ha de atacar en forma alguna al capital, que, con el trabajo, forma un verdadero cuerpo humano, donde sus miembros han de trabajar en armonía para evitar la destrucción del propio cuerpo
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Para que los obreros sean más  eficaces han de ser manejados con el corazón.
El hombre es más sensible al comando cuando el comando va hacia el corazón, que cuando va hacia la cabeza. También los obreros pueden ser dirigidos así. Sólo es necesario que los hombres que tienen obreros a sus órdenes, lleguen hasta ellos por esas vías, para dominarlos, para hacerlos verdaderos colaboradores y cooperadores, como se hace en muchas partes de Europa que he visitado, en que el patrón de la fábrica, o el Estado, cuando éste es el dueño, a fin de año, en lugar de dar un aguinaldo, les da una acción de la fábrica. 

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