Por Tribuna de Salud
La repetición de actos de violencia contra trabajadores de salud en los Hospitales y Centros de Salud de la CABA, es común.
Por la gravedad de los sucesos, como el recientemente perpetrado en el Santojanni, ocupan las primeras planas de noticias.
Esta vez, hasta se registró la filmación del ingreso de los matones en el hospital de mataderos.
Sin embargo, las causas de fondo permanecen inalterables.
Por un lado las patotas actúan en zonas liberadas. Antes del nuevo ataque en el Santojanni, en abril pasado, un hombre apuñaló a un joven y la imagen quedó registrada en las cámaras de seguridad y otra vez, el agresor no fue detenido.
Desde hace mucho tiempo, la estrecha relación entre patotas, barras bravas y punteros políticos dejó de ser un secreto. Los servicios prestados por las patotas cotizan muy alto.
La ONG Hinchadas Unidas Argentinas nacida al calor del kirchnerismo emigró a De Narvaéz, en busca de nuevo financiamiento.
La movilización tras el asesinato de Mariano Ferreyra dejó al descubierto la trama urdida entre burócratas sindicales, barras bravas y sicarios, la policía y los empresarios.
Sin este complejo entramado, nadie podría siquiera intentar copar un hospital público, amenazando a pacientes y trabajadores, a plena luz del día y a cara descubierta.
Desde el gobierno nacional culpan a la policía metropolitana; a la Ministra Garré le facturan el retiro de la Federal.
Unos y otros rehuyen de sus responsabilidades políticas.
Los trabajadores de la salud debemos exigir que nuestros lugares de trabajo sean seguros.
La responsabilidad por las condiciones de trabajo es del empleador.
El Gobierno de la Ciudad debe garantizar todos los aspectos pertinentes a la seguridad de sus empleados.
Las condiciones de trabajo incluyen la protección y la salvaguarda de la integridad física del trabajador. Esto no es ninguna novedad y vale absolutamente para todas las relaciones laborales establecidas entre patrones y empleados, sean estos obreros, asalariados o profesionales.
Pero el macrismo y el kirchnerismo pretenden reducir el problema a una disputa entre jurisdicciones policiales, responsabilidades y organismos de seguridad.
Las burocracias sindicales también esquivan el asunto. Los compromisos con el macrismo son un límite preciso.
Para enfrentar los ataques y terminar con las zonas liberadas hay que movilizar a los trabajadores junto a los pacientes y a los vecinos de los barrios.
Exigir la cárcel y el procesamiento de todos los responsables es el único camino para terminar con los matones a sueldo que asaltan los hospitales y centros de salud.
Sólo la movilización independiente de los trabajadores y vecinos, terminará con el vandalismo de los sicarios bancados desde el poder político.
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