lunes, 14 de diciembre de 2015

Un nuevo fracaso: los objetivos del milenio

Un nuevo fracaso: los objetivos del milenio
por Luis Trombetta
para Tribuna de Salud

El final del siglo XX marcó el fracaso de la política sanitaria diseñada a nivel planetario.
El Nuevo Orden Económico Internacional, al que adhirieron el conjunto de naciones que suscribieron la Declaración de Alma Ata en 1978, impuso las reglas de la economía mundial, pero el objetivo sanitario fue incumplido.
No hubo “salud para todos” en el año 2000 y muy por el contrario, las enfermedades que se creían superadas, regresaron desafiando los supuestos teóricos elaborados por las organizaciones de salud internacional, funcionales a los intereses del capital.
El cólera en Latinoamérica, el dengue y la fiebre amarilla, el paludismo en el África negra, la tuberculosis y el sida, las fiebres hemorrágicas, desmintieron a la intelectualidad y a los funcionarios de salud, que pronosticaron el fin de las enfermedades transmisibles.
La economía internacional, las recomendaciones del Banco Mundial y de la organización Mundial del Comercio marcaron la orientación del gasto en salud.
El siglo XXI no deparó mejor suerte a los trabajadores, jubilados y desocupados.
Un nuevo paradigma orientó el mercado de la salud: los objetivos del milenio.
El nuevo plan de alcance mundial proponía erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer; reducir la mortalidad de los niños menores de 5 años; mejorar la salud materna; combatir el sida, el paludismo y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una alianza mundial para el desarrollo.
Una vez más, la crisis capitalista internacional derrumbó el programa sanitario.
De los ocho objetivos establecidos como metas para el 2015, solo tres serían alcanzados, según el informe de la ONU publicado en 2012.
Dijo el informe de la ONU: La desigualdad está afectando negativamente a las ganancias y ralentizando los avances en áreas clave. Los logros se han distribuido de forma desigual entre las regiones y países. Más aún, para algunos ODM los avances se han ralentizado luego de las múltiples crisis del período 2008-2009.
La crisis financiera dejaba en evidencia que el empleo precario persistía, la mortalidad materna estaba lejos de la meta, las fuentes de agua segura seguían deficitarias en áreas rurales, el hambre, el hacinamiento, la desigualdad de género y la discriminación azotaban a las poblaciones más pobres.
Pruebas contundentes de la incapacidad del capitalismo para superar los límites que impuso la crisis económica mundial.
En la Ciudad de Buenos Aires, la reducción del gasto en salud y la transferencia al sector privado dio lugar a la contratación de empresas privadas para la atención de servicios de mantenimiento, alimentación, lavandería, vigilancia, reduciendo el personal del estado y favoreciendo al capital privado.
La política pública de medicamentos no afectó a las empresas farmacéuticas que reconstruyeron las ganancias fuertemente comprometidas a partir de la crisis del 2001.
El incremento en los precios de los medicamentos siguió su escalada ascendente. Los jubilados comprometen la mayor parte de su escaso salario en la compra de medicamentos.
Los tres sectores que históricamente formaron la estructura de la salud en el país - el sector público, la seguridad social y la medicina privada- han transmutado en un negocio que combina la tercerización de servicios del estado y la transferencia de recursos al sector privado.
Las obras sociales sindicales ahora comparten con la medicina privada la venta de servicios a sus propios trabajadores y en muchos casos la obra social sindical encabeza una empresa de medicina prepaga.
En definitiva, los capitalistas de la industria farmacéutica, de las instituciones de salud pública y privada, y la industria de la tecnología diagnóstica entre otras, han orientado sus planes a la obtención de superganancias, en un mercado internacional que se ha reconcentrado.
Ni la salud para todos en el año 2000 ni los incumplidos objetivos del milenio han resuelto los problemas sanitarios de la población y especialmente de los más pobres.
La solución no provendrá de nuevas reformulaciones de los fracasados planes impulsados por la burguesía.
Ni la “salud comunitaria”, ni la “salud ambiental”, ni ninguna variante de la estrategia de atención primaria, pueden resolver  los problemas sanitarios sin afectar la estructura capitalista del negocio de la salud.
El 2015 llega a su fin con nuevos desastres humanitarios. Millones de migrantes escapan de la barbarie: la guerra civil en Siria, la miseria social en áfrica, sobrevivientes de las barcazas que se hunden llenas de refugiados frente a las costas italianas, la crisis griega, la franja de Gaza convertida en un campo de concentración a cielo abierto.
La contaminación ambiental, la salud individual y colectiva, el acceso a la vivienda, el aprovisionamiento de agua segura, el acceso gratuito a los servicios de salud y a los medicamentos, la planificación familiar, el aborto seguro, la salud materno infantil, la vejez, solo se podrán resolver en el marco de una profunda movilización social, el reordenamiento de la sociedad sobre nuevas relaciones sociales, el gobierno obrero y el socialismo.

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