Esta mañana leí el desmentido oficial.
No es la nieta.
Una desilusión tremenda.
Pero también un problema político no resuelto: los archivos de la dictadura, siguen ocultos.
Los juicios a los represores siguen el camino de la lentitud.
La muerte natural se llevó a muchos de los asesinos, que quedaron exculpados ante la mirada de fiscales y jueces que demoraron las investigaciones.
Una historia inconclusa.
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