En la base de datos correspondiente a la sexta
onda (2010-2014) encontramos los resultados de 84273 encuestas realizadas en 58
países distintos, de las cuales 1030 corresponden a nuestro país. Una de las
preguntas indica al encuestado que debe clasificarse en alguna de las
siguientes categorías:
Clase alta
Clase media alta
Clase media baja
Clase trabajadora
Clase baja
A nivel mundial, las dos categorías
referidas a la “clase media” concentran el 56% de las respuestas. Solo el 2% de
los individuos se referencia como miembro de la “clase alta” y el 28% declara
pertenecer a la clase trabajadora.
En Argentina, el panorama es similar: 58%
de respuestas ubicadas en alguna de las dos franjas de la “clase media”,
ninguna respuesta para la “clase alta”, solo un 30% de trabajadores que se
perciben como tales.
Si estas respuestas reflejaran,
aproximadamente al menos, la realidad objetiva de las cosas, la clase obrera
sería solo un tercio de la sociedad. La burguesía no existiría. Una extraña y
amorfa “clase media” (pasible de ser subdividida en estratos) comprendería a
las grandes mayorías humanas. Y el marxismo sería una teoría muerta, una
reliquia del siglo XIX que no sirve para explicar el mundo moderno.
Por suerte o por desgracia, no es así.
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