Con motivo de la Semana por la Salud Pública organizada por el
CECIM, se desarrolló entre los días 13 y 17 de agosto un ciclo de charlas en la Facultad de Medicina de la UBA , culminando en un panel
realizado el último día que llevó el título de “Profesionales de la Salud ¿qué formación
necesitamos?”.
A continuación la exposición realizada.
Salud
pública: ¿qué formación profesional necesitamos?
Para
abordar la pregunta primero debemos analizar qué formación tenemos y a qué política
sanitaria responde.
La
capacitación del recurso humano en salud responde a la orientación emanada
desde los centros de formación del pensamiento sanitario en el plano
internacional.
Se
encuentra sujeta a la planificación de la economía, al grado de desarrollo
social, al nivel del desarrollo de la ciencia, a su capacidad de aplicación
(tecnología) y al tipo de financiamiento de la salud.
En
1978 la conferencia de Alma Ata (1) consagró la estrategia de
Atención Primaria de la Salud
(APS), reconociendo taxativamente el establecimiento del Nuevo Orden Económico
Internacional (2).
Es
reflejo y consecuencia de las condiciones económicas y características
socioculturales y políticas del país y de sus comunidades.
Definitivamente,
la estrategia de Salud para todos en el año 2000, consagró el Nuevo Orden
Económico Internacional.
La
instrumentación de la APS
se funda en la formación de profesionales que lleven adelante esta misión,
conforme a sus objetivos político sanitarios.
Surge
en este escenario la formación de médicos de familia.
Este
médico es el primer escalón en el acceso a la atención de la salud y es capaz
de resolver el 90 al 95% de las consultas.
Además
de los objetivos estrictamente profesionales referidos a las aptitudes,
habilidades y destrezas que debe poseer, la medicina de familia se funda en la
ecuación costo-beneficio.
La
medicina familiar es la herramienta clave de la APS.
Cerca
del médico de familia, se ubica el médico generalista, cuyas metas consisten en
el enfoque preventivo, el ejercicio del cuidado de la salud en un espacio
social, la referencia comunitaria de su ejercicio y la aplicación de
estrategias en el primer nivel de atención.
En
1993 el Banco Mundial (BM) presentó un informe titulado Invertir en salud (3),
en el que se analiza la situación mundial de la salud, que 15 años después de
Alma Ata se encuentra lejos de la salud para todos y que plantea el
reordenamiento de los servicios de salud sobre la base de premisas precisas:
creación de servicios esenciales en el área del estado, reducción de costos,
transferencia de la complejidad al sector privado, implementación de medidas de
costo eficacia e intervención del sector privado en el financiamiento aún de
los servicios esenciales que seguirían bajo la órbita del estado.
La
política del BM apunta a la reducción del gasto del estado y a la transferencia
del negocio de la salud al sector privado.
En
la década del 90, los firmantes de la conferencia de Alma Ata y su declaración
(salud para todos en el año 2000) mostraron su verdadero objetivo: la
adaptación al Nuevo Orden Económico Internacional y el impulso del negocio de
la salud en manos de capitales privados.
La
propuesta “salud para todos en el 2000” ,
era un fraude.
El
BM también formuló un modelo de formación del recurso humano que debía sostener
su política.
El
BM señaló que había pocos profesionales ocupados en la atención primaria y
muchos especialistas, que provocaban el encarecimiento del gasto en salud.
El
informe señalaba que la asistencia de las enfermedades podía ser resuelta por
los médicos de la APS ,
y que cuando eran atendidas por especialistas, se elevaban sus costos.
El
informe señaló que la expansión de la matrícula en los años 60 y 70 llevó en
los 80 a
un exceso de médicos que no podían ser absorbidos por el mercado.
El
BM recomendó reducir el número de facultades y la matrícula, restringir el
número de especialistas (con el objetivo de reducir los costos) ya que para
prestar servicios clínicos eficaces hacían falta pocos especialistas y reorientar
la formación de los médicos (y profesionales de salud) para solucionar los
problemas sanitarios a nivel de la comunidad (APS).
El
BM propuso llevar a fondo la estrategia aprobada en Alma Ata.
¿Cuántas
facultades de medicina hay en la
Argentina ?
Galli
señala que en 2008 están funcionando 29 carreras de medicina, un 40% de gestión
estatal y un 60% privadas.
Que
la formación del recurso humano en salud se encuentra sujeta a las condiciones
sociales y económicas, al carácter del estado y a la forma de financiación de
la salud, lo prueba un interesante debate que plantea el Dr. Rodríguez Silva en
el Hospital “Hermanos Ameijeiras” de La Habana , Cuba (5).
Rodriguez
Silva analiza el presente y futuro de la medicina interna en un artículo
publicado en 2011.
Cuba
posee un sistema de salud estatal, gratuito, organizado de acuerdo a niveles
crecientes de complejidad y sistemas locales de atención primaria.
Rodríguez
Silva polemiza sobre el futuro de la medicina interna, que fue la especialidad
más completa en la primera mitad del siglo XX antes del surgimiento y
fortalecimiento de las subespecialidades en la década del 60 que se
desarrollaron al ritmo de la revolución científico técnica. Para resolver la
competencia entre la medicina familiar y la medicina interna, se creó en Cuba la Medicina General
Integral, que se desarrolla más en el campo de la medicina preventiva,
epidemiología y otros perfiles sin “constituir una amenaza o fragmentación de
la medicina interna”.
No
aparece en el planteo de Rodríguez Silva la ecuación costo beneficio que
señalan Alma Ata y el BM.
En
cambio Alma Ata recomienda que la capacitación de personal de salud y
profesionales afines, así como la tecnología apropiada para la salud se
desarrollen “adaptados a las necesidades locales, aceptables para la comunidad,
y mantenidos por la propia población de conformidad con el principio de
autorresponsabilidad y a un coste abordable para la comunidad y para el país”.
Es decir, la adaptación de los recursos a la capacidad de financiamiento de
bajo costo.
Alma
Ata va a fondo: recomienda que las organizaciones internacionales, los
organismos multilaterales y bilaterales, las organizaciones no gubernamentales,
las entidades de financiación y otras partes interesadas en la salud
internacional, estimulen y ayuden a los países a hacer suya una política de APS
y encaucen hacia ésta una mayor asistencia técnica y financiera (Alma Ata 21.
Apoyo internacional a la APS )
La
conferencia de Alma Ata consagró por sobre todo el negocio capitalista de la
salud y adaptó con la ecuación costo beneficio el tipo de formación básica que deben recibir los miembros del equipo de
salud, definiendo los medios materiales
requeridos, observando que “las
categorías de ese personal, situado en diversos niveles del sistema sanitario,
variarán según los recursos de cada país. Conviene estimular a las
organizaciones nacionales no gubernamentales para que financien la atención
primaria y los servicios complementarios. Del mismo modo el apoyo financiero
exterior que necesitan muchos países debería orientarse en la misma dirección.
Ese apoyo financiero puede consistir en préstamos y subvenciones de origen
bilateral y multilateral, pero los países habrán de sopesar las ventajas y los
inconvenientes de aceptarlo” (Alma Ata 63-64-83-115)
¿Cuales
fueron las consecuencias de la formulación de la conferencia y del Banco
Mundial?
El
endeudamiento externo, la transferencia del estado al sector privado, la
privatización de la enseñanza universitaria, el arancelamiento de la enseñanza
pública, la formación de profesionales y trabajadores de la salud destinados a
ocupar lugares de trabajo flexibilizados, sometidos a inestabilidad laboral y
frecuentemente tercerizados o desconociendo la relación de dependencia. En las
universidades públicas y privadas los salarios docentes cayeron, se
incrementaron los puestos informales, creció el trabajo ad honoren en las
universidades estatales y se transfirió la investigación a las empresas privadas.
Los
profesionales egresados tanto del ámbito público como del privado, se
encontraron con la necesidad de completar la capacitación en cursos, carreras,
maestrías aranceladas, y los que pudieron ingresar al sistema de capacitación
intensiva (residencias y concurrencias) se encontraron con la reducción de
vacantes en el área pública y el aumento de la oferta en instituciones
privadas, muchas de las que no hubieran podido acceder a ofrecerse como
hospitales asociados a la
Facultad de Medicina (con capacidad de estructurar sistemas
de residencias o carreras de especialistas) si no fuera por los favores de la CONEAU y el amparo de la Ley de Enseñanza superior.
¿Qué
formación necesitamos?
No
podemos plantear un tipo de formación sin establecer la política sanitaria en
la que se desarrollará el recurso humano y cuál será la orientación política, sanitaria
y financiera que lo sustentará.
Es
evidente que la salud para todos en el 2000 fue una consigna engañosa desde su
inicio, cuando fue aprobada por la representación de 134 países entre los que
se encontraban las potencias capitalistas más desarrolladas, los países de la
ex URSS, el mundo subdesarrollado y hasta las dictaduras militares como la
argentina.
El
desmantelamiento del estado iniciado por la dictadura argentina, completado por
el gobierno peronista de Menem, se inscribió en las premisas del nuevo orden y
los dictados del BM precedidos en Alma Ata.
La
expansión del negocio capitalista de la salud en la era menemista también abarcó
el crecimiento del número de facultades privadas que otorgan títulos a
profesionales de la salud, debidamente reglamentadas a través de la CONEAU y sustentadas en la Ley de Enseñanza Superior.
La
oferta de residencias y carreras de especialistas en medicina familiar o
médicos generalistas, respondió a las necesidades de la implementación de los
dictados del BM, paralelamente al arancelamiento de los posgrados que otorgan
títulos de especialistas en el área del estado.
De
igual manera se observó un incremento de la oferta de residencias en
instituciones de salud privadas que atendieron a la incorporación de mano de
obra de bajo costo, compitiendo frente a la reducción del número de vacantes en
los hospitales públicos.
A
19 años del informe del BM, sin Salud para todos en el año 2000, con los
Objetivos del Milenio incumplidos a 3 años de su finalización, la crisis
sanitaria no se detuvo.
En
Argentina la quiebra del estado en el 2001-2002, que generó niveles jamás antes
alcanzados de desocupación y pobreza, dieron paso a una política sanitaria
dirigida al rescate de la industria farmacéutica (seriamente amenazada por la
reducción del consumo de medicamentos), al control del gasto público para la
salud, al rescate de las empresas de medicina privada y al resguardo de la
quiebra del subsector de la seguridad social en manos de las burocracias
sindicales, y a la preservación del negocio capitalista de la salud.
La
reducción del gasto público parió el Plan Médico Obligatorio en la década
menemista y tras la debacle del 2002, surgieron la emergencia sanitaria, el
Plan Remediar y la prescripción por nombre genérico. La industria, las empresas
locales y las multinacionales de la industria farmacéutica estaban a salvo.
La
llegada del kirchnerismo no modificó la estructura del rescate iniciado en el
2002.
El
nacionalismo de contenido burgués sostiene el negocio capitalista de la salud y
en el plano universitario, particularmente en la facultad de medicina de la UBA convive con sus
antecesores radicales y menemistas.
Por
último, la alianza entre las filas de La Cámpora y la Franja Morada , pretenden vaciar
la Federación
Universitaria de Buenos Aires puesta en pie de lucha desde
hace 10 años.
No
podemos a priori definir el modelo de formación académica sin reformular los
objetivos del plan de salud.
Ni
podemos depositar expectativas en un nuevo plan de salud sin terminar con el
negocio capitalista de la salud.
Sin
embargo, tenemos la certeza de que debemos luchar contra la política
privatizadora en las universidades y en el sistema de salud.
Seguramente
transitando ese camino, exigiendo el aumento del presupuesto universitario,
salarios para todos los docentes que enseñan en nuestras facultades, la
remodelación edilicia de las facultades, la provisión de insumos, el
abastecimiento de laboratorios, el acceso a los hospitales públicos para la
enseñanza del ciclo clínico, el aumento del número de vacantes de residencias,
el pago de salarios a los concurrentes, programas de capacitación y no el
empleo de mano de obra barata para cubrir las vacantes hospitalarias, oponiéndonos
a la subvención de las universidades privadas, la privatización y el
arancelamiento de los posgrados, estaremos dando pasos firmes en la lucha
contra el negocio capitalista de la salud.
Luis
Trombetta
Agosto
de 2012
Fuentes
1.
Conferencia de Alma Ata
2.
El Nuevo Orden Económico Internacional fue aprobado en la Asamblea General
de las Naciones Unidas en su resolución A/RES/3281 del 12 de diciembre de 1974.
La
resolución consagra las bases de la globalización del comercio internacional,
de la ciencia y de la tecnología “contribuyendo al desarrollo armónico de la
economía mundial”, en el marco de la “coexistencia pacífica”. Los Estados se
comprometen a promover la expansión y liberalización del comercio mundial
liberando los obstáculos y promoviendo beneficios adicionales para el comercio
internacional de los países en desarrollo.
3.
Banco Mundial. Invertir en salud. 1993
4.
Galli A. Situación actual de la educación médica en Argentina. Viguera Editores
SL 2009. EDUC MED. 2009; 12 (1):3-5
5.
Rodríguez Silva H. Presente y futuro de la Medicina Interna.
Revista Cubana de Medicina 2011; 50 (2):116-117