"La crisis del virus del Ébola nos recuerda, una vez
más, el lado negativo de la globalización"
Así inicia Joseph Stiglitz -Premio Nobel de Economía 2001-
un artículo publicado en noviembre pasado.
Para el economista, a la par de "cosas buenas"
(justicia social e igualdad de género), también cruzan las fronteras los
problemas ambientales y las enfermedades.
Stiglitz intenta ocultar la crisis económica mundial: la
justicia social y la igualdad que pregona, se desmienten en su propia tesis,
reconociendo que los gobiernos no han asignado suficientes recursos en la
crisis del ébola, que se propaga en Liberia y Sierra Leona, "países
arrasados por las guerras, donde un gran porcentaje de la población esta
desnutrido y el sistema de salud, devastado".
La crisis de la economía mundial cede el paso a las
enfermedades emergentes y re emergentes que se expanden a nivel planetario,
pero "sólo cuando los países avanzados se ven amenazados", se
desarrolla la inversión para la investigación de vacunas en el sector privado.
El negocio capitalista de la salud y la obtención de
beneficios millonarios de las multinacionales de la industria química y
farmacéutica dominan la orientación de la investigación básica aplicada a la
tecnología diagnóstica y a nuevas especialidades farmacéuticas.
Stiglitz lo explica en pocas palabras: "los
laboratorios no están en el negocio por amor al arte".
Basta un ejemplo para verificar los alcances y la
profundidad de la crisis: "el sistema de salud estadounidense, en su mayor
parte privado, está fracasando".
En los EEUU la expectativa de vida es la peor de los 17
países más ricos, el acceso a la salud depende del sector privado (la salud no
es reconocida como un derecho humano básico) y casi la mitad de los 50 estados
se niegan a extender el programa de seguro de salud MEDICAID (ley de protección
de pacientes y salud accesible impulsada por Obama) para la gente de más bajos
recursos. EEUU tiene uno de los índices más altos de pobreza infantil entre los
países desarrollados.
La enorme desigualdad social en los EEUU explica los malos
resultados en materia de salud.
La crisis sanitaria que se expande en el occidente
africano amenaza al resto del mundo.
Desde el primer brote ocurrido en Sudán en 1976, que
afectó a trabajadores de una fábrica de algodón, la epidemia actual en África
Occidental ha infectado ocho veces más el número de personas que todos los
brotes anteriores juntos.
Al menos 11 de los 24 brotes se han extendido a través de
los hospitales o clínicas, que no están preparados para asistir y contener la
expansión de la enfermedad, diezmando al personal que se expone al contagio
cuando carece del equipo de protección adecuado, de la desinfección del
ambiente de trabajo y de la correcta eliminación de los residuos contaminados.
Ya en 1978 (dos años después del primer brote) la OMS advertía: "El
hospital, especialmente el hospital de referencia, es el sitio donde tales
brotes pueden o bien ser reconocidos y detenidos, o no reconocidos y
difundidos. En ellos descansa la responsabilidad de detener la propagación
de estas enfermedades peligrosas".
El New York Times publicó el 29/12/14 un reportaje al Dr.
Pierre Rollin, experto en Ebola del Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades
(Atlanta, EEUU) en el que admite que el brote de 2014 fue subestimado y que se trata
de una catástrofe que ha provocado 20.000 casos y 7.800 muertes. "Sin una
respuesta contundente y coordinada, a una epidemia invisible se le permitió
prosperar".
Una investigación del NYT descubrió que funcionarios de
Guinea y la OMS
demoraron el reconocimiento y la notificación de los primeros casos. "Había
confusión gerenal en la OMS,
que ya se extendía por los recortes presupuestarios y las exigencias de la
competencia".
En el mismo sentido, los Dres. Peter Piot y Jeremy Farrar
(especialistas en enfermedades infecciosas) publicaron un editorial en
septiembre en el New England Journal of Medicine en el que señalan que el brote
de Africa occidental fue "una crisis evitable" y que entre marzo y
julio "nuevos esfuerzos de intervención modestos en ese momento podrían
haber logrado el control."
Décadas de guerra civil, corrupción gubernamental,
pobreza, escasez de servicios sanitarios, carencia de caminos y saneamiento
ambiental han favorecido la epidemia de ébola en la intersección de los tres
países más pobres y menos desarrollados del mundo.
El pueblo de Meliandou, Guinea, donde un niño de 1
año de edad llamado Emile Ouamouno bajó con síntomas compatibles con el Ébola y
murió a finales de diciembre de 2013. Emile se considera paciente cero en el
brote actual en toda Guinea, Sierra Leona y Liberia. The New York Times Diciembre 29,
2014
El NYT no deja lugar a dudas: "Los gobiernos y las organizaciones que
llevaron la respuesta ahora aparecen escarmentando. Muchos
reconocen fácilmente que no dedican suficiente gente o recursos para la lucha
temprana, y que antes de tiempo bajaron la guardia".
Las
epidemias, las enfermedades de la pobreza, la crisis humanitaria en el oeste
africano se cobran las vidas entre el atraso social, la explotación de
minerales preciosos, diamantes y petróleo.
Un
muestrario de la barbarie capitalista.
Luis
Trombetta