domingo, 2 de febrero de 2014

PRO.GRE.SAR: confesión de una década fracasada o populismo tardío para tapar el ajuste

El gobierno nacional ha anunciado un nuevo plan de transferencia de ingresos para jóvenes “que no estudian ni trabajan”, que consiste en una asignación de $600 mensuales con el objeto de promover la continuidad de los estudios. El anuncio con bombos y platillos, fue no sólo una decepción para los jóvenes y quienes trabajamos con ellos, sino, lamentablemente, una pretendida cortina de humo para contener el descontento que generaría, 12 horas más tarde, la mayor devaluación del peso desde 2002.

La miseria de la política social

El nuevo plan, que está destinado al sector más precarizado de los jóvenes trabajadores, adolece, en primer lugar, de la misma limitación que su antecesora la AUH: el monto de asignación mensual de 600 pesos no cubre ni las necesidades más básicas. Incluso la mentirosa canasta básica del INDEC ascendía a $577 por persona en diciembre, antes del último aumento de precios, mientras que algunos sindicatos la estiman entre $8.500 y $9.500. De todas formas, este nuevo plan no modifica las oportunidades con que cuentan los jóvenes, dado que ya existe, desde hace 5 años, otro plan, el “Jóvenes por más y mejor trabajo”, destinado a la misma población y con similares características.

Pero lo más grave es que el proceso devaluatorio diluirá más temprano que tarde el escaso poder de compra de este beneficio. Sin ir más lejos, su valor en dólares descensió de u$s 84 al momento de su anuncio, a u$s 75  al día siguiente. Para quien debe aportar un ingreso al hogar, este subsidio no representa oportunidad de progreso alguna. Pero además, esta fuerte devaluación indica que el gobierno ha encarado màs decididamente el camino del ajuste, por lo que esta situaciòn sòlo podrá empreorar.

Por otro lado, se anunció que todos los jóvenes con hijos pequeños accederán a jardines maternales a través del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para permitir la concurrencia a clases, lo cual sería sin dudas deseable, aunque muy poco probable si consideramos que el MDS no provee de vacantes siquiera a los hijos de sus propios empleados. El movimiento estudiantil y docente reclama desde hace tiempo jardines maternales carcanos a las escuelas para facilitar el estudio y el trabajo, reclamo que hasta el momento no ha tenido eco en el Ministerio de Educación.

Nos permitimos, entonces, al menos desconfiar de la eficacia que pudiera tener un plan de estas características en la reinserción educativa y el cuidado de la salud. Como antecedente, puede consultarse el estudio de impacto de la AUH de la UBA, apoyado por el propio Ministerio de Educación, que indica que, a noviembre de 2011, el 82% de las escuelas primarias y el 71% de las secundarias no registraban que ningún niño hubiera reingresado a la escuela luego de haberla abandonado, por percibir la asignación. La educación y la salud son un derecho, así como lo son la alimentación, la vivienda y el vestido: convertir a uno en requisito para el ejercicio de otro es un vil mecanismo de culpabilización de la pobreza. Para ejercer derechos se requieren servicios de calidad y oportunidades reales, de ninguna manera requisitos.

Confesión de una década perdida para la juventud trabajadora

El anuncio resultó una verdadera confesión: a más de 10 años de gestión K, a pesar de la "profundización del modelo" y de los planes implementados, hay 1.550.0000 jóvenes que no estudian ni trabajan, o si lo hacen se les paga en negro, y en cuyas familias nadie supera un sueldo de 3600 pesos. La recuperación económica se montó sobre el “modelo” del trabajo precario y no registrado, y hoy tenemos estos resultados mientras los empresarios “se la llevaron en pala”, según palabras de la misma presidenta.

La novedad de que esta vez el dinero no provendrá de la ANSES admite lo que muchos denunciamos a lo largo de estos años respecto de la AUH: una reasignación de fondos de un sector de trabajadores (jubilados) a otro sector de trabajadores (desocupados o jóvenes) no es y nunca fue una medida de redistribución de la riqueza.

No es un problema cultural

Anticipándose a las críticas, el gobierno ensayó una explicación que lo exime de responsabilidades ante el 18,2% de desocupación: estos jóvenes serían los hijos del neoliberalismo, a quien nadie inculcó la “cultura del trabajo”. Pero además de la inconsistencia de tal afirmación con el calendario, resulta impensable que un problema de tal magnitud se explique a partir de una variable cultural, cuando durante toda esta década han sido los jóvenes y los desocupados en general quienes han encabezado la lucha por trabajo genuino, contra el trabajo en negro y mal pago.  

La juventud es uno de los sectores más desprotegidos por este modelo económico, que precarizó su educación, su salud y su trabajo a través del deterioro de la escuela y la salud públicas, las pasantías, la tercerización y la tolerancia oficial hacia los empresarios negreros y la burocracia sindical devenida empresaria ella misma haciendo negocios con el propio Estado.

Los trabajadores sociales, nosotros mismos, debemos atravesar luego de recibirnos, las más diversas y precarias formas de contratación, con sueldos de la mitad de los de planta permanente, para acceder a trabajar en el Estado, ante la inexistencia de concursos públicos para ocupar los puestos de trabajo.

A pesar de ellos, la juventud es también el sector que más ha avanzado en la lucha por sus condiciones de vida, de estudio y de trabajo: los jóvenes que recuperaron la FUBA y gran cantidad de comisiones internas en los sindicatos son los hijos de la rebelión del 2001. Entre los trabajadores sociales, la composición de la lista que recuperó el Consejo Profesional de la C.A.B.A. demuestra esta tendencia.

Con devaluación no se progresa

Si fuera intención del Estado “hacer todo lo posible para apoyar a los jóvenes”, el camino es claro, y opuesto al del ajuste en marcha:

Por infraestructura para la escuela pública, apertura de nuevos establecimientos y becas para los estudiantes

Derogación de la Ley de Educación Nacional y la Ley de Eduación Superior que devaluan los contenidos de la escuela y la universidad

Basta de trabajo en negro, todos los trabajadores bajo convenio, con acceso a días de estudio por examen y todos los derechos conquistados

Ningún despido: reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, para crear más puestos laborales.

Salario igual a la canasta familiar para todos los trabajadores, los jóvenes y sus padres, con indexación automática por inflación 

Trabajadores Sociales en Lucha.

 Partido Obrero + Independientes

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