viernes, 21 de junio de 2013

La salud actual y la decadencia capitalista

La salud actual y la decadencia capitalista

El último cuarto del siglo XX asistió al fracaso de la política diseñada a nivel planetario para disminuir el incremento del gasto en salud, operado a partir de los avances en tecnología diagnóstica, nuevos productos farmacéuticos, nuevos escenarios sanitarios (caracterizados por la irrupción de nuevas enfermedades y otras reemergentes), en el marco del Nuevo Orden Económico Internacional, al que adhirieron el conjunto de naciones que suscribieron la Declaración de Alma Ata en 1978.
El año 2000 no alumbró la “salud para todos” y muy por el contrario, las enfermedades que se creían superadas, regresaron desafiando los supuestos teóricos elaborados por las organizaciones de salud internacional, funcionales a los intereses del capital.
El cólera en Latinoamérica, el dengue y la fiebre amarilla, el paludismo en el África negra, la tuberculosis y el sida, las fiebres hemorrágicas, desmintieron a la intelectualidad y a los funcionarios de salud, que pronosticaron el fin de las enfermedades transmisibles.
La economía internacional, las recomendaciones del Banco Mundial y de la organización Mundial del Comercio marcaron la orientación del gasto en salud.
El siglo XXI no deparó mejor suerte a los pronosticadores del negocio de la salud.
Un nuevo paradigma iluminó el mercado de la salud: los objetivos del milenio (ODM).
Este nuevo plan sanitario mundial proponía erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer; reducir la mortalidad de los niños menores de 5 años; mejorar la salud materna; combatir el sida, el paludismo y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una alianza mundial para el desarrollo.
Una vez más, la crisis capitalista internacional derrumbó el programa sanitario.
De los ocho objetivos establecidos como metas para el 2015, solo tres serían alcanzados, según el informe de la ONU publicado en Euroxpress (04/07/2012) http://www.europaensuma.org/index.php?option=com_content&view=article&id=204:la-crisis-financiera-impide-alcanzar-los-objetivos-del-milenio&catid=31:general.
Dice el informe de Naciones Unidas 2012: La desigualdad está afectando negativamente a las ganancias y ralentizando los avances en áreas clave. Los logros se han distribuido de forma desigual entre las regiones y países. Más aún, para algunos ODM los avances se han ralentizado luego de las múltiples crisis del período 2008-2009.
La crisis financiera dejó al desnudo que el empleo vulnerable disminuyó en pequeña proporción, la mortalidad materna esta lejos de la meta, las fuentes de agua siguen siendo bajas en áreas rurales, el hambre sigue siendo un problema mundial, crece la cantidad de gente que vive en tugurios, la desigualdad de género y la discriminación gobiernan las relaciones laborales, la tenencia de bienes y la participación en las áreas de gobierno.
Un mapa del fracaso de la organización capitalista de la salud, que renovó sus metas fracasadas con Alma Ata y que no puede superar los límites que impone la crisis definitiva del capitalismo internacional.
Los planes de salud obedecen en toda la regla a las relaciones impuestas por la burguesía y el imperialismo, que gobiernan el negocio capitalista de la salud.
Particularmente en nuestro país, el objetivo principal de los gobiernos ha sido disminuir el gasto en salud, imponiendo recortes al gasto público y transfiriendo al sector privado los beneficios de la extracción de la ganancia producida por la venta de los servicios de salud, modificando las relaciones laborales (flexibilización laboral) a favor de las patronales tanto privadas como públicas (el propio estado), recortando el presupuesto del estado destinado al financiamiento de la salud pública, reconstruyendo las ganancias de las empresas farmacéuticas que particularmente en Argentina sufrieron un fuerte retroceso en la crisis del 2002, y promoviendo a las empresas privadas de medicina a las que le facilitaron el ingreso al mercado de la seguridad social.
Los tres sectores que históricamente formaron la estructura de la salud en el país - el sector público, la seguridad social y la medicina privada- han transmutado en un negocio que combina la tercerización de servicios del estado y la transferencia de recursos al sector privado, la pérdida definitiva del concepto de solidaridad que sostenía a las obras sociales sindicales que ahora comparten con la medicina privada la venta de servicios a sus propios afiliados sindicales y en muchos casos, la propia transformación de la obra social sindical en una empresa de medicina prepaga.
En definitiva, los capitalistas de la industria farmacéutica, de las instituciones de salud pública y privada, y la industria de la tecnología diagnóstica entre otras, han orientado sus planes a la obtención de superganancias, en un mercado internacional que se ha reconcentrado.
Prueba de ello fueron las fusiones operadas en la década del 90 entre las instituciones privadas de salud y la fusión de las obras sociales con empresas privadas que comercializan los servicios prepagos, favorecidos por la desregulación de las obras sociales.
Un entramado que alimentó el aumento del gasto de salud individual de aquellos sectores asalariados de mayores ingresos que fueron tentados a transferir sus aportes a sistemas mixtos (privados y de la seguridad social) en búsqueda de una mejor calidad de servicios, descremando al segmento de mayor capacidad de aporte “solidario” en las obras sociales, que trajo como consecuencia el desfinanciamiento de los asalariados que con menores recursos (sueldos más bajos) debieron quedarse en sus obras sociales, ahora fundidas por los aportes insuficientes.
Los negocios privados en la salud pública, más precisamente en los hospitales públicos, han florecido al ritmo del ingreso de las universidades privadas que usufructúan el espacio del hospital público sin costo alguno, mientras perciben los ingresos de la venta de sus servicios educativos privados.
La tercerización de las empresas encargadas de la limpieza, mantenimiento, alimentación, limpieza y lavandería, obedecen a la transferencia de sectores rentables para el negocio privado, liquidando fuentes de empleo estatal y favoreciendo la flexibilización de los trabajadores que ahora desempeñan esas mismas tareas, pero en empresas privadas que venden sus servicios al estado.
En este cuadro de situación, la crisis del sector salud golpea a la población de trabajadores sin empleo, a los jubilados, a la juventud desocupada y a los asalariados de bajos ingresos que componen la mayoría de la clase obrera en nuestro país.
Ni la salud para todos en el año 2000 ni los incumplidos objetivos del milenio han podido resolver los problemas sanitarios de la población y especialmente de los más pobres.
Las recientes inundaciones en la ciudad de La Plata y en la propia Ciudad de Buenos Aires, dejaron al descubierto el fracaso de la política sanitaria, que impulsada desde distintas jurisdicciones y por distintos actores políticos tienen en común su contenido capitalista.
La solución a los problemas sanitarios, no provendrán de nuevas reformulaciones de los fracasados planes impulsados por la burguesía.
Ni la “salud comunitaria”, ni la “salud ambiental”, ni ninguna variante de la estrategia de atención primaria, pueden resolver  los problemas sanitarios sin afectar la estructura capitalista del negocio de la salud.
Los objetivos del milenio ya encontraron el límite en la crisis financiera mundial y el 2015 asoma entre convulsiones sociales, la quiebra de los estados europeos, la crisis de superproducción de mercancías, el desempleo y la miseria social.
La solución de los problemas sanitarios, desde la salud individual, el acceso a la vivienda, el aprovisionamiento de agua segura, el acceso gratuito a los servicios de salud y a los medicamentos, la planificación familiar, el aborto seguro, la salud materno infantil, la vejez, hasta la conservación del medio ambiente, solo se podrán resolver en el marco una profunda movilización social, el reordenamiento de la sociedad sobre nuevas relaciones sociales, el gobierno obrero y el socialismo.


Luis Trombetta

No hay comentarios.: