domingo, 7 de julio de 2019

La crisis en la izquierda

Aventuro que este comentario será criticado desde diferentes vertientes.
A esta altura de mi vida, privarme de mi opinión es una oportunidad que no acepto perder.

Desde mi juventud viví los vaivenes y divisiones en el seno de la izquierda revolucionaria.

La izquierda integrada al Estado, ya no figuraba como opción para la juventud.
El Partido Socialista, dividido entre el socialismo popular y el socialismo argentino, eran variantes socialdemócratas, pero mucho más, eran gorilas.
Rabiosos antiperonistas, fueron con el partido comunista, aliados de la Unión Democrática y del golpe del 55.

Para mi juventud, las opciones eran la izquierda que miraba a Cuba.
Y la Juventud Peronista de la Tendencia Revolucionaria, acaparó la atención de millones de jóvenes.
El foquismo, ya fracasado en Salta, renovó sus chances con el militarismo que se reclamó algún tiempo, trotskysta.

Política Obrera fue mi brújula.

Construir un partido obrero, no abandonar el internacionalismo, trabajadores al poder.
Simple de decir, difícil de construir.
Pasaron los años y crecimos.
Dejamos el 0.15 y pasamos a figurar en sindicatos, en universidades, y subimos a la escena nacional hace muy poco: el "milagro de Altamira".
El FIT, la tribuna parlamentaria, listas clasistas, direcciones sindicales (pocas, eso sí) y el regreso (otra vez) de las expectativas en el nacionalismo burgués, ahora encarnado en el kirchnerismo gracias al precio de los commodities, (digamos el precio internacional de la soja).

La crisis económica mundial en el 2008, hizo decir a buena parte del establishment, que Marx no se había equivocado.

La ley de la tasa de ganancia decreciente se confirmaba.

Y a pesar que las condiciones objetivas demuestran la decadencia capitalista, en definitiva la incapacidad de la clase burguesa para desarrollar el bienestar de la humanidad, la subjetividad de la clase obrera atrasa.

Y en nuestro país, vivimos el revival de un nacionalismo que no lo es, marchito, falso, de la mano de una burguesía parasitaria, y profundamente anti obrera.

Pero el peronismo, el cadáver insepulto, es un muerto que no para de nacer.

¿Será así?

Con el tiempo se nos fue para la cresta
De una ola que no para de crecer
Hoy su cara está en todas las remeras
Es un muerto que no para de nacer

¿El Kirchnerismo vuelve deformado en la versión PJ/Fernández-Fernández?

Cuatro ebrios se lo llevan al rockero
Se lo llevan para siempre
Se deforma y pronto vuelve

¿El kirchnerismo es el muerto que regresa deformado?

En todo caso, para la “grieta”, funciona como antítesis del macrismo.
No importa que sepamos que engañan. La subjetividad de las “masas” no lo detecta.
Y ese es el origen del problema.

Llevado al terreno de la medicina (dijo Wirchov que la política era medicina en gran escala), un diagnóstico equivocado, desacertado, tiene destino de fracaso.
Aun acertando con los “síntomas”, pifiando el diagnóstico, solo la suerte te salva del desastre.

Y cuando no entendés qué es lo que pasa, y si además las hipótesis no se comprueban, se derrumba el andamiaje teórico y demás está decir, se pudre todo.

Me recuerda a los almuerzos de mi familia en el politizado ´72: se discute, se pelea, algunos quieren separar pero todos quieren pegar!

Y la crisis atraviesa a la izquierda, que discute cómo interpretar la situación (el diagnóstico), y como ganar la confianza en nuestras propuestas (el tratamiento).
Pero la realidad es que el discurso y la acción “no coagulan” en la clase trabajadora, que tiene expectativas en el resucitado kirchnerismo pejotista.
No es fácil.
Y se pasan facturas.
Y la discusión no sale de un reducto militante.
No discute la clase obrera; no discuten los sindicatos; no discuten organizaciones barriales.

Y me quedo sin palabras.
Porque siento de nuevo el fracaso de mi generación.
Y porque la subjetividad, la conciencia de la clase para sí, sigue demorada.
Y porque en las vísperas de un nuevo fracaso, no podemos descubrir por donde pasa ese puente de la historia, que nos lleve a las puertas de un nuevo intento de tomar el cielo por asalto.

Luis Trombetta

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