A esta altura de mi vida, privarme de mi opinión es una oportunidad que no acepto perder.
Desde mi juventud viví los vaivenes y divisiones en el seno de la izquierda revolucionaria.
La izquierda integrada al Estado, ya no figuraba como opción para la juventud.
El Partido
Socialista, dividido entre el socialismo popular y el socialismo argentino,
eran variantes socialdemócratas, pero mucho más, eran gorilas.
Rabiosos
antiperonistas, fueron con el partido comunista, aliados de la Unión
Democrática y del golpe del 55.
Para
mi juventud, las opciones eran la izquierda que miraba a Cuba.
Y
la Juventud Peronista de la Tendencia Revolucionaria, acaparó la atención de
millones de jóvenes.
El
foquismo, ya fracasado en Salta, renovó sus chances con el militarismo que se
reclamó algún tiempo, trotskysta.
Política
Obrera fue mi brújula.
Construir
un partido obrero, no abandonar el internacionalismo, trabajadores al poder.
Simple
de decir, difícil de construir.
Pasaron
los años y crecimos.
Dejamos
el 0.15 y pasamos a figurar en sindicatos, en universidades, y subimos a la
escena nacional hace muy poco: el "milagro de Altamira".
El
FIT, la tribuna parlamentaria, listas clasistas, direcciones sindicales (pocas,
eso sí) y el regreso (otra vez) de las expectativas en el nacionalismo
burgués, ahora encarnado en el kirchnerismo gracias al precio de los
commodities, (digamos el precio internacional de la soja).
La crisis económica mundial en el 2008, hizo decir a buena parte del
establishment, que Marx no se había equivocado.
La ley de la tasa de
ganancia decreciente se confirmaba.
Y
a pesar que las condiciones objetivas demuestran la decadencia capitalista, en
definitiva la incapacidad de la clase burguesa para desarrollar el bienestar de
la humanidad, la subjetividad de la clase obrera atrasa.
Y
en nuestro país, vivimos el revival de un nacionalismo que no lo es, marchito,
falso, de la mano de una burguesía parasitaria, y profundamente anti obrera.
Pero
el peronismo, el cadáver insepulto, es un muerto que no para de nacer.
¿Será así?
Con el tiempo se nos
fue para la cresta
De una ola que no
para de crecer
Hoy su cara está en
todas las remeras
Es un muerto que no
para de nacer
¿El Kirchnerismo vuelve deformado en la versión PJ/Fernández-Fernández?
Cuatro ebrios se lo
llevan al rockero
Se lo llevan para
siempre
Se deforma y pronto
vuelve
¿El kirchnerismo es el muerto que regresa
deformado?
En todo caso, para la “grieta”,
funciona como antítesis del macrismo.
No importa que sepamos que engañan. La
subjetividad de las “masas” no lo detecta.
Y ese es el origen del problema.
Llevado al terreno de la medicina (dijo
Wirchov que la política era medicina en gran escala), un diagnóstico equivocado,
desacertado, tiene destino de fracaso.
Aun acertando con los “síntomas”,
pifiando el diagnóstico, solo la suerte te salva del desastre.
Y cuando no entendés qué es lo que pasa, y si además las hipótesis no se comprueban, se derrumba el andamiaje teórico y demás está decir, se pudre todo.
Me recuerda a los almuerzos de mi familia
en el politizado ´72: se discute, se pelea, algunos quieren separar pero todos
quieren pegar!
Y la crisis atraviesa a la izquierda, que
discute cómo interpretar la situación (el diagnóstico), y como ganar la
confianza en nuestras propuestas (el tratamiento).
Pero la realidad es que el discurso y la
acción “no coagulan” en la clase trabajadora, que tiene expectativas en el
resucitado kirchnerismo pejotista.
No es fácil.
Y se pasan facturas.
Y la discusión no sale de un reducto
militante.
No discute la clase obrera; no discuten
los sindicatos; no discuten organizaciones barriales.
Y me quedo sin palabras.
Porque siento de nuevo el fracaso de mi
generación.
Y porque la subjetividad, la conciencia
de la clase para sí, sigue demorada.
Y porque en las vísperas de un nuevo
fracaso, no podemos descubrir por donde pasa ese puente de la historia, que nos
lleve a las puertas de un nuevo intento de tomar el cielo por asalto.
Luis Trombetta
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