sábado, 14 de abril de 2018

Trump y el movimiento anti vacunas: el fraude cobra sus víctimas


En septiembre de 2016 la OPS declaraba que el sarampión había sido erradicado de las américas.
La directora de la OPS Carissa Etienne, tras 22 años de esfuerzos con el compromiso de terminar con el sarampión adoptado en 1994, confirmaba la erradicación del sarampión autóctono en el continente americano.

En 2017 cuatro países notificaron casos confirmados de sarampión: Argentina, Canadá, EEUU y la República Bolivariana de Venezuela.
Desde enero de 2018, nueve países notificaron casos confirmados: Antigua y Barbuda, (1 caso importado), Brasil (14), Canadá (4 casos importados), Colombia (1 caso importado), Guatemala (1 caso importado), Estados Unidos (13 importados y relacionados a la importación), México (4), Perú (2 casos en residentes que no han salido del país) y la República Bolivariana de Venezuela (159).

Para el 6 de abril la OPS agregaba un caso confirmado en Argentina y otro en Ecuador.
Once países americanos notificaban casos de sarampión.

En Argentina, en Buenos Aires, una niña de 8 meses de edad (aún no vacunada por ser menor de un año de vida), sin antecedentes de viajes, contraía el primer caso autóctono desde 2000.

La certificación de la eliminación del sarampión de circulación endémica en Argentina ante la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, fracasaba.

Toda América está en emergencia. En Venezuela, desde el primer caso en 2017 y hasta marzo de este año se registran más de 1000 enfermos, seguido por Brasil con más de 300 casos.
La mayor epidemia venezolana avanza en 7 estados incluyendo el Distrito Capital (Actualización epidemiológica sarampión OPS 06/04/18).
En Europa en 2017 hubo más de 21.000 enfermos. Italia, Rumania y Ucrania concentraron el 72% de los casos.

China, Etiopía, India, Indonesia, la República Democrática Popular Lao, Mongolia, Filipinas, Nigeria, Sri Lanka, Sudan, Tailandia, y Viet Nam, entre otros notificaron casos de sarampión.
Enfrentamos la re emergencia de una enfermedad inmunoprevenible en un mundo convulsionado por guerras y emergencias humanitarias.

El movimiento antivacunas, impulsado por un fraude elaborado en 2011 por Andrew Wakefield con el apoyo del Royal Free Hospital y la Facultad de Medicina de Londres, según el British Medical Journal (BMJ 2011;342:c7452) dirigido a desprestigiar la vacuna MMR (contra el sarampión, la rubeola y la parotiditis) para obtener ganancias financieras, ha colaborado con la desprotección de la población, a sabiendas del engaño.

The guardian publicó en 2017 una nota firmada por Celine Gounder en el que señala que en los EEUU el presidente Trump y otros han abogado por retrasar y espaciar las vacunas. Según Gounder, Trump reunido con Andrew Wakefield, estaría dando crédito a la teoría conspirativa contra las vacunas, inculpadas falsamente de causar autismo.

En un planeta globalizado, con centenares de miles de migrantes que escapan de guerras y matanzas, cuando según el Banco Mundial y OMS la mitad del mundo carece de acceso a servicios de salud esenciales y los gastos en salud abocan aún hoy a la pobreza extrema a 100 millones de personas (http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2017/half-lacks-access/es/) el azote de las enfermedades prevenibles, invade el escenario mundial.

El fracaso del nacionalismo burgués bolivariano, socaba la salud de los trabajadores venezolanos, sumidos en una emergencia que hunde cada vez más a las masas populares.
El sarampión da cuenta de ello.
El capitalismo, desde sus variantes pro imperialistas a los nacionalismos latinoamericanos, es responsable de la expansión de la pobreza y de las enfermedades inmunoprevenibles.

Luis Trombetta
Abril 2018

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