domingo, 3 de abril de 2016

Un nuevo rodrigazo

El informe económico semanal Nº 372 del Banco Ciudad, nos da un baño de realidad. 
Más que un baño, un diluvio.
Conviene leerlo pausadamente.

En la última semana hubo noticias auspiciosas de cara a la resolución definitiva del conflicto por la deuda, con la sanción de la ley que permite el pago a los fondos litigantes, apoyada por 2/3 partes de ambas cámaras del Congreso. Asimismo, se conocieron datos fiscales que, en un marco de quita de subsidios, apuntan al inicio de una reversión del creciente déficit de las cuentas públicas, principal elemento desestabilizante y raíz estructural del proceso inflacionario que afecta a la Argentina desde hace ya una década. Además, se divulgaron indicadores que señalan una recomposición de los flujos de comercio exterior liderados por las exportaciones, que apuntan a revertir el otro déficit, el externo, tras la liberalización del mercado de cambios, las bajas impositivas a sectores naturalmente generadores de divisas como el agro y la eliminación de las restricciones cuantitativas a la exportación vigentes hasta fin de 2015. La contracara de todas estas correcciones en marcha viene siendo una profundización de la contracción del nivel de actividad iniciada en la segunda mitad del año pasado, la cual se espera que sea de carácter transitorio y comience a revertirse a partir del segundo semestre.

El Banco de la Ciudad, vocero del macrismo, anuncia la tormenta.
Veamos.
El acuerdo colonial con los acreedores externos, rememora el pacto Roca Runciman.
Más allá de la evocación de una tragedia que pagó la clase trabajadora con la firma del tratado en 1933, parecen oírse desde la historia las palabras del Vicepresidente argentino Julio A. Roca (h) que resumieron el contenido del pacto: La geografía política no siempre logra en nuestros tiempos imponer sus límites territoriales a la actividad de la economía de las naciones. Así ha podido decir un publicista de celosa personalidad que la Argentina, por su interdependencia recíproca es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Imperio Británico (10/01/1940).
Tal como ahora los kirchneristas votaron en el Senado el acuerdo con los fondos buitres, Raúl Prebisch, asesor de Roca, afirmó: "Sigo estimando, y puedo demostrarle a quien quiera, que el acuerdo era lo único que podía hacerse para la exportación argentina del desastre de la gran recesión mundial. No fue un acuerdo dinámico. Fue un acuerdo de defensa, en un mundo económico internacional que se contraía".
No hace falta decir nada más.
Los aumentos de tarifas en servicios esenciales, recuerdan otra tragedia: el rodrigazo.
Celestino Rodrigo, Ministro peronista del gobierno de María Estela Martínez de Perón, descargó su furia con una devaluación del dólar de 160% para el tipo comercial y un 100% para el financiero, en una época de mercado cambiario desdoblado.
Así nos fue.
La inflación llegó al 777% anual y los precios nominales subieron 183% al finalizar 1975.
El gobierno peronista pretendía poner tope a la suba de salarios, por debajo de la inflación.
El resultado fue la licuación del salario por el efecto devaluatorio.
El argumento fue el mismo: sincerar la economía.
Las huelgas obreras se desataron en todo el país a partir del 6 de junio de 1975 y la burocracia sindical de la CGT fue desbordada por las coordinadoras obreras que se formaron al calor de las luchas en las fábricas, que alcanzan el punto máximo con una movilización calculada en 250.000 personas a la Plaza de Mayo y la huelga general del 7 y 8 julio.
Los trabajadores quebraron el ajuste obteniendo paritarias que lograron recuperar el poder adquisitivo del salario y la crisis en el peronismo condujo a la salida de López Rega.
El recuerdo viene a cuenta de señalar que las crisis económicas, el default, es una historia repetida.
Y que los que pagan la cuenta, son siempre los trabajadores.
Pero volviendo al informe del Banco Ciudad, su último párrafo es una muestra de hipocresía.
Decir que la contracara de las medidas del gobierno aprobadas por el peronismo disidente y los kirchneristas es la contracción del nivel de actividad, es un eufemismo que intenta negar el tarifazo y sembrar la ilusión que en tres meses (lo que falta para el segundo trimestre) llegan las soluciones.
El nuevo rodrigazo repite la tragedia.
Solo la movilización de la clase obrera, de la juventud, de todos los trabajadores, podrá detener la sangría en marcha.
Las burocracias sindicales se disponen a frenar cualquier iniciativa de lucha.
Paralizan los gremios porque saben que el empuje de las bases, terminaría también con ellos.
Las cartas están echadas.
La reacción no tardará el llegar.
La historia enseña.

Luis Trombetta
03/04/16

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