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Domingo 4 de mayo, 2014
Domingo 4 de mayo, 2014
El fin de la
experiencia kirchnerista
Por: Jorge Altamira
Una vez más, como ocurre desde hace más de
dos décadas, el escenario político de la Plaza de Mayo el pasado Primero de Mayo
fue ocupado por la izquierda y el movimiento obrero combativo. La burocracia
sindical, por su lado, estará disputando un contrato de basura con el municipio
de Quilmes, cuyo intendente es otro burócrata de los sindicatos, en defensa de
sus intereses empresariales. La burocracia sindical, que funge también como
patronal, no se limita a José Pedraza.
El contexto político, además, ha cambiado
en forma considerable luego de que el Frente de Izquierda obtuviera cerca de un
millón y medio de votos en las elecciones pasadas y le ganara en forma holgada
al peronismo en la capital de Salta. El Frente de Izquierda tiene hoy un bloque
de diputados nacionales y varios otros en legislaturas de provincia y Ciudad, y
en varios concejos deliberantes. Es decir que se desarrolla una transición
política de alcances históricos en una masa significativa de trabajadores. Esta
transición queda en evidencia en los avances en los sindicatos regionales o por
empresas y en el movimiento estudiantil.
Cuando se conjuga esta tendencia con otras
manifestaciones de la realidad política y social de Argentina, es claro que este
Primero de Mayo se distinguió por el ascenso de una fuerza histórica que ha
estado muy relegada en las últimas décadas, en especial porque la destrucción de
los militantes y luchadores populares fue el objetivo estratégico de la
dictadura militar y de quienes la sustentaron: el gran capital y las principales
potencias imperialistas.
El ascenso de la izquierda y la unión
creciente con el movimiento obrero se desenvuelve en un contexto de bancarrota
económica, la cual ha dado paso a otro plan de ajuste e incluso a un
“Rodrigazo”. Argentina no se enfrenta solamente a una agudización de los
conflictos sociales y a una intervención enérgica del movimiento obrero, como se
pudo comprobar ya con la huelga docente bonaerense, la huelga del 10 de abril,
la actual huelga docente en Salta y la vigorosa acción de diversos sindicatos en
las zonas de exportación de Rosario.
La izquierda se encuentra empeñada en dar
una orientación victoriosa a esta resistencia contra el intento de descargar la
crisis capitalista sobre los trabajadores. Sus filas se refuerzan, como
consecuencia. Las devaluaciones y los tarifazos, así como las entregas a
petroleros y a banqueros nacionales e internacionales, marcan asimismo el final
de la experiencia kirchnerista, que se había postulado, oportunamente, como el
canal exclusivo del movimiento popular. Esto se terminó. Pero la desintegración
afecta al conjunto político tradicional: desde los diversos post-kirchneristas
del peronismo hasta el progresismo que se alía con la derecha de la UCR e
incluso busca el amparo de Macri. La agenda que emerge para la izquierda, a
partir de este Primero de Mayo, es conquistar a la base que ha seguido a los K y
a la masa progresista que ve con repugnancia el contubernio del centroizquierda
con la derecha.
La izquierda y el Partido Obrero hemos
llegado a esta instancia histórica luego de una lucha principista muy firme
contra el relato kirchnerista y también contra una izquierda que pretendía
convertirse en ala de una movimiento ‘plural’ acomodaticio con el régimen
vigente. O sea que este lugar histórico ha sido conquistado, no recibido, como
expresión de un programa adecuado a las condiciones de un capitalismo mundial en
decadencia, que produce crisis cada vez más catastróficas. Fue en estos términos
que celebramos este nuevo Primero de Mayo, con las viejas palabras: “Proletarios
de todos los países, uníos”.
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