lunes, 4 de febrero de 2013

Insultos

Dijo Jorge Asís: es fascismo precario.
Quien alguna vez entretuvo con historias publicadas en Clarín, bajo el pseudónimo de Oberdan Rocamora, autor de “La Manifestación” y otros cuentos, Flores robadas….hoy sentenció: "Marcar la cancha. Soy opositor frontal del cristinismo. Pero nada tengo que ver con el fascismo espiritual de los desesperados. "Gente podrida". Desesperadamente enojada y con iniciativas anárquicas. Producto de la carencia de representación política. ¿No será que habrá que generar la representación política? ¿Que lo que se ofrece en el mercado opositor no sirve para un pepino?"
Es posible que quienes abuchearon a Kicillof y a Boudou, no tengan una identificación política definida.
O todo lo contrario, es posible que sí la tengan.
En todo caso es una especulación sin sentido, ya que nunca lo sabremos.
Sin embargo, el acontecimiento es una expresión política, aunque no se manifieste como una crítica política, de contenido político, y solo haya sido una seguidilla de insultos o silbidos y abucheos.
En todo caso, el insulto (que no es una categoría política), expresa el temperamento crispado, una respuesta rápida a un estímulo que la dispara.
Asís dice que es opositor pero señala que no hay oposición que sirva.
Parece una reflexión y un llamado para los propios.
“Gente podrida y con iniciativas anárquicas”.
Asís también califica. Adjetiva.
Tomo las palabras de Asís, a manera de ejemplo.
Se alzan las voces desde noticieros y periodistas que repudian el escrache.
Parece que el problema es de contenido moral.
Kicillof, acompañado de sus hijos y esposa, sufrió el acoso de una barra que no era brava pero que aprendió de las hinchadas a maltratar con el insulto.
Boudou se defendió como pudo desde una tribuna oficial, mientras los silbidos llenaban el aire.
¿Es verdaderamente un problema moral?
En mi opinión es un problema político y el repudio a los nombrados expresa la crispación.
Será reducida, en un ámbito limitado, no representativa, pero así ocurrió.
No vale la crítica moralizadora oficialista ni tampoco opositora (más allá de Asís), en un país donde se ventila el asesinato político de Mariano Ferreyra y la masacre de Once oculta la trama de un vaciamiento que tiene como partícipe necesario a los funcionarios del estado.
No existe la moral en abstracto.
Todo lo contrario, la moral se funda en un contenido político ideológico certero.
No convalido el insulto, pero no quiero sumarme a los corifeos que pretenden resguardar las investiduras con discursos que exigen un buen comportamiento del público.
En las hinchadas no hay buenos tratos, hay voces de mando y disciplina. Bien lo sabe el gobierno que organizó a Hinchadas Unidas Argentinas.
Declaro nuevamente: el insulto es ajeno a la discusión política. Distrae de la política. Despolitizando la crítica, desnuda su carácter reaccionario.
Hay que politizar la discusión y darle un contenido de clase.
Superemos los insultos.
Levantemos el programa y nuestras consignas.
La salida es por izquierda.
Luis Trombetta

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