sábado, 8 de septiembre de 2012

Salud pública: ¿qué formación necesitamos?


Con motivo de la Semana por la Salud Pública organizada por el CECIM, se desarrolló entre los días 13 y 17 de agosto un ciclo de charlas en la Facultad de Medicina de la UBA, culminando en un panel realizado el último día que llevó el título de “Profesionales de la Salud ¿qué formación necesitamos?”.
A continuación la exposición realizada.

Salud pública: ¿qué formación profesional necesitamos?

Para abordar la pregunta primero debemos analizar qué formación tenemos y a qué política sanitaria responde.
La capacitación del recurso humano en salud responde a la orientación emanada desde los centros de formación del pensamiento sanitario en el plano internacional.
Se encuentra sujeta a la planificación de la economía, al grado de desarrollo social, al nivel del desarrollo de la ciencia, a su capacidad de aplicación (tecnología) y al tipo de financiamiento de la salud.
En 1978 la conferencia de Alma Ata (1) consagró la estrategia de Atención Primaria de la Salud (APS), reconociendo taxativamente el establecimiento del Nuevo Orden Económico Internacional (2).
La APS es la asistencia sanitaria esencial basada en métodos y tecnología prácticos, científicamente fundados y socialmente aceptados, puesta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad mediante su plena participación y a un costo que la comunidad y el país puedan soportar.
Es reflejo y consecuencia de las condiciones económicas y características socioculturales y políticas del país y de sus comunidades.
Definitivamente, la estrategia de Salud para todos en el año 2000, consagró el Nuevo Orden Económico Internacional.
La instrumentación de la APS se funda en la formación de profesionales que lleven adelante esta misión, conforme a sus objetivos político sanitarios.
Surge en este escenario la formación de médicos de familia.
Este médico es el primer escalón en el acceso a la atención de la salud y es capaz de resolver el 90 al 95% de las consultas.
Además de los objetivos estrictamente profesionales referidos a las aptitudes, habilidades y destrezas que debe poseer, la medicina de familia se funda en la ecuación costo-beneficio.
La medicina familiar es la herramienta clave de la APS.
Cerca del médico de familia, se ubica el médico generalista, cuyas metas consisten en el enfoque preventivo, el ejercicio del cuidado de la salud en un espacio social, la referencia comunitaria de su ejercicio y la aplicación de estrategias en el primer nivel de atención.
En 1993 el Banco Mundial (BM) presentó un informe titulado Invertir en salud (3), en el que se analiza la situación mundial de la salud, que 15 años después de Alma Ata se encuentra lejos de la salud para todos y que plantea el reordenamiento de los servicios de salud sobre la base de premisas precisas: creación de servicios esenciales en el área del estado, reducción de costos, transferencia de la complejidad al sector privado, implementación de medidas de costo eficacia e intervención del sector privado en el financiamiento aún de los servicios esenciales que seguirían bajo la órbita del estado.
La política del BM apunta a la reducción del gasto del estado y a la transferencia del negocio de la salud al sector privado.
En la década del 90, los firmantes de la conferencia de Alma Ata y su declaración (salud para todos en el año 2000) mostraron su verdadero objetivo: la adaptación al Nuevo Orden Económico Internacional y el impulso del negocio de la salud en manos de capitales privados.
La propuesta “salud para todos en el 2000”, era un fraude.
El BM también formuló un modelo de formación del recurso humano que debía sostener su política.
El BM señaló que había pocos profesionales ocupados en la atención primaria y muchos especialistas, que provocaban el encarecimiento del gasto en salud.
El informe señalaba que la asistencia de las enfermedades podía ser resuelta por los médicos de la APS, y que cuando eran atendidas por especialistas, se elevaban sus costos.
El informe señaló que la expansión de la matrícula en los años 60 y 70 llevó en los 80 a un exceso de médicos que no podían ser absorbidos por el mercado.
El BM recomendó reducir el número de facultades y la matrícula, restringir el número de especialistas (con el objetivo de reducir los costos) ya que para prestar servicios clínicos eficaces hacían falta pocos especialistas y reorientar la formación de los médicos (y profesionales de salud) para solucionar los problemas sanitarios a nivel de la comunidad (APS).
El BM propuso llevar a fondo la estrategia aprobada en Alma Ata.

¿Cuántas facultades de medicina hay en la Argentina?

La Lic. A Galli señala que la actividad universitaria se rige por la Ley de Educación Superior Nº 24.531 sancionada en 1995 (4). La ley creó una agencia de acreditación nacional (CONEAU). Los estándares, pautas y criterios para la evaluación y acreditación de las carreras de medicina se encuentran en manos de la asociación de Facultades de Ciencias Médicas de la República Argentina (AFACIMERA), que congrega al 90% de las carreras de medicina. Según Galli, la Universidad de Buenos Aires no acató la Ley de Educación Superior y por lo tanto no ha sido evaluada ni acreditada de forma alguna (4).
Galli señala que en 2008 están funcionando 29 carreras de medicina, un 40% de gestión estatal y un 60% privadas.
Que la formación del recurso humano en salud se encuentra sujeta a las condiciones sociales y económicas, al carácter del estado y a la forma de financiación de la salud, lo prueba un interesante debate que plantea el Dr. Rodríguez Silva en el Hospital “Hermanos Ameijeiras” de La Habana, Cuba (5).
Rodriguez Silva analiza el presente y futuro de la medicina interna en un artículo publicado en 2011.
Cuba posee un sistema de salud estatal, gratuito, organizado de acuerdo a niveles crecientes de complejidad y sistemas locales de atención primaria.
Rodríguez Silva polemiza sobre el futuro de la medicina interna, que fue la especialidad más completa en la primera mitad del siglo XX antes del surgimiento y fortalecimiento de las subespecialidades en la década del 60 que se desarrollaron al ritmo de la revolución científico técnica. Para resolver la competencia entre la medicina familiar y la medicina interna, se creó en Cuba la Medicina General Integral, que se desarrolla más en el campo de la medicina preventiva, epidemiología y otros perfiles sin “constituir una amenaza o fragmentación de la medicina interna”.
No aparece en el planteo de Rodríguez Silva la ecuación costo beneficio que señalan Alma Ata y el BM.
En cambio Alma Ata recomienda que la capacitación de personal de salud y profesionales afines, así como la tecnología apropiada para la salud se desarrollen “adaptados a las necesidades locales, aceptables para la comunidad, y mantenidos por la propia población de conformidad con el principio de autorresponsabilidad y a un coste abordable para la comunidad y para el país”. Es decir, la adaptación de los recursos a la capacidad de financiamiento de bajo costo.
Alma Ata va a fondo: recomienda que las organizaciones internacionales, los organismos multilaterales y bilaterales, las organizaciones no gubernamentales, las entidades de financiación y otras partes interesadas en la salud internacional, estimulen y ayuden a los países a hacer suya una política de APS y encaucen hacia ésta una mayor asistencia técnica y financiera (Alma Ata 21. Apoyo internacional a la APS)
La conferencia de Alma Ata consagró por sobre todo el negocio capitalista de la salud y adaptó con la ecuación costo beneficio el tipo de formación básica que deben recibir los miembros del equipo de salud, definiendo los medios materiales requeridos, observando que “las categorías de ese personal, situado en diversos niveles del sistema sanitario, variarán según los recursos de cada país. Conviene estimular a las organizaciones nacionales no gubernamentales para que financien la atención primaria y los servicios complementarios. Del mismo modo el apoyo financiero exterior que necesitan muchos países debería orientarse en la misma dirección. Ese apoyo financiero puede consistir en préstamos y subvenciones de origen bilateral y multilateral, pero los países habrán de sopesar las ventajas y los inconvenientes de aceptarlo” (Alma Ata 63-64-83-115)

¿Cuales fueron las consecuencias de la formulación de la conferencia y del Banco Mundial?

El endeudamiento externo, la transferencia del estado al sector privado, la privatización de la enseñanza universitaria, el arancelamiento de la enseñanza pública, la formación de profesionales y trabajadores de la salud destinados a ocupar lugares de trabajo flexibilizados, sometidos a inestabilidad laboral y frecuentemente tercerizados o desconociendo la relación de dependencia. En las universidades públicas y privadas los salarios docentes cayeron, se incrementaron los puestos informales, creció el trabajo ad honoren en las universidades estatales y se transfirió la investigación a las empresas privadas.
Los profesionales egresados tanto del ámbito público como del privado, se encontraron con la necesidad de completar la capacitación en cursos, carreras, maestrías aranceladas, y los que pudieron ingresar al sistema de capacitación intensiva (residencias y concurrencias) se encontraron con la reducción de vacantes en el área pública y el aumento de la oferta en instituciones privadas, muchas de las que no hubieran podido acceder a ofrecerse como hospitales asociados a la Facultad de Medicina (con capacidad de estructurar sistemas de residencias o carreras de especialistas) si no fuera por los favores de la CONEAU y el amparo de la Ley de Enseñanza superior.

¿Qué formación necesitamos?

No podemos plantear un tipo de formación sin establecer la política sanitaria en la que se desarrollará el recurso humano y cuál será la orientación política, sanitaria y financiera que lo sustentará.
Es evidente que la salud para todos en el 2000 fue una consigna engañosa desde su inicio, cuando fue aprobada por la representación de 134 países entre los que se encontraban las potencias capitalistas más desarrolladas, los países de la ex URSS, el mundo subdesarrollado y hasta las dictaduras militares como la argentina.
El desmantelamiento del estado iniciado por la dictadura argentina, completado por el gobierno peronista de Menem, se inscribió en las premisas del nuevo orden y los dictados del BM precedidos en Alma Ata.
La expansión del negocio capitalista de la salud en la era menemista también abarcó el crecimiento del número de facultades privadas que otorgan títulos a profesionales de la salud, debidamente reglamentadas a través de la CONEAU y sustentadas en la Ley de Enseñanza Superior.

La oferta de residencias y carreras de especialistas en medicina familiar o médicos generalistas, respondió a las necesidades de la implementación de los dictados del BM, paralelamente al arancelamiento de los posgrados que otorgan títulos de especialistas en el área del estado.
De igual manera se observó un incremento de la oferta de residencias en instituciones de salud privadas que atendieron a la incorporación de mano de obra de bajo costo, compitiendo frente a la reducción del número de vacantes en los hospitales públicos.
A 19 años del informe del BM, sin Salud para todos en el año 2000, con los Objetivos del Milenio incumplidos a 3 años de su finalización, la crisis sanitaria no se detuvo.
En Argentina la quiebra del estado en el 2001-2002, que generó niveles jamás antes alcanzados de desocupación y pobreza, dieron paso a una política sanitaria dirigida al rescate de la industria farmacéutica (seriamente amenazada por la reducción del consumo de medicamentos), al control del gasto público para la salud, al rescate de las empresas de medicina privada y al resguardo de la quiebra del subsector de la seguridad social en manos de las burocracias sindicales, y a la preservación del negocio capitalista de la salud.
La reducción del gasto público parió el Plan Médico Obligatorio en la década menemista y tras la debacle del 2002, surgieron la emergencia sanitaria, el Plan Remediar y la prescripción por nombre genérico. La industria, las empresas locales y las multinacionales de la industria farmacéutica estaban a salvo.
La llegada del kirchnerismo no modificó la estructura del rescate iniciado en el 2002.
El nacionalismo de contenido burgués sostiene el negocio capitalista de la salud y en el plano universitario, particularmente en la facultad de medicina de la UBA convive con sus antecesores radicales y menemistas.
Por último, la alianza entre las filas de La Cámpora y la Franja Morada, pretenden vaciar la Federación Universitaria de Buenos Aires puesta en pie de lucha desde hace 10 años.
No podemos a priori definir el modelo de formación académica sin reformular los objetivos del plan de salud.
Ni podemos depositar expectativas en un nuevo plan de salud sin terminar con el negocio capitalista de la salud.
Sin embargo, tenemos la certeza de que debemos luchar contra la política privatizadora en las universidades y en el sistema de salud.
Seguramente transitando ese camino, exigiendo el aumento del presupuesto universitario, salarios para todos los docentes que enseñan en nuestras facultades, la remodelación edilicia de las facultades, la provisión de insumos, el abastecimiento de laboratorios, el acceso a los hospitales públicos para la enseñanza del ciclo clínico, el aumento del número de vacantes de residencias, el pago de salarios a los concurrentes, programas de capacitación y no el empleo de mano de obra barata para cubrir las vacantes hospitalarias, oponiéndonos a la subvención de las universidades privadas, la privatización y el arancelamiento de los posgrados, estaremos dando pasos firmes en la lucha contra el negocio capitalista de la salud.

Luis Trombetta
Agosto de 2012

Fuentes
1. Conferencia de Alma Ata
2. El Nuevo Orden Económico Internacional fue aprobado en la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución A/RES/3281 del 12 de diciembre de 1974.
La resolución consagra las bases de la globalización del comercio internacional, de la ciencia y de la tecnología “contribuyendo al desarrollo armónico de la economía mundial”, en el marco de la “coexistencia pacífica”. Los Estados se comprometen a promover la expansión y liberalización del comercio mundial liberando los obstáculos y promoviendo beneficios adicionales para el comercio internacional de los países en desarrollo.
3. Banco Mundial. Invertir en salud. 1993
4. Galli A. Situación actual de la educación médica en Argentina. Viguera Editores SL 2009. EDUC MED. 2009; 12 (1):3-5
5. Rodríguez Silva H. Presente y futuro de la Medicina Interna. Revista Cubana de Medicina 2011; 50 (2):116-117

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