Con agrado encontré que en un muro de Facebook se reprodujo la versión taquigráfica de la sesión de la Legislatura porteña que trato la patrimonialización del Hospital Muñiz en mayo de 2010.
Publico el discurso que ofrecí en aquella oportunidad, señalando que su contenido fijó mi posición sobre esta cuestión, de absoluta actualidad y coherencia.
Luis Trombetta
Sr. Trombetta.- Buenas tardes a todos.
Es un honor para mí estar en el Palacio de la Legislatura, la representación
política del pueblo de la Ciudad, y también frente a la comisión de
legisladores.
En lo personal, voy a dar mi opinión y no vengo en representación de nadie, a
pesar de que comparto la agremiación y la lucha política de mi hospital y de la
Asociación de Médicos Municipales.
Quiero destacar la presencia del doctor Selser, presidente de la Comisión de
Salud, porque estoy definitivamente convencido de que los problemas de salud se
discuten primordialmente en el ámbito de la salud.
Sobrevuela en la sala y en el conocimiento de todos que estamos frente a una
situación de riesgo no solamente de patrimonio, sino también del presente y
futuro destino del Hospital Muñiz. En realidad, lo que estamos discutiendo y
tratando de traer a la agenda es cómo frenar un proyecto de refuncionalización y
de reconversión hospitalaria; un proyecto que evoca al Proyecto de Reconversión
de Salud, al Presal. Es decir, estamos frente a un proyecto, a un Master Plan, a
un proceso de reconversión y concentración de tres hospitales –el Ferrer, el
Udaondo y el Muñiz– en el ámbito del Hospital Muñiz.
No escapa a ninguno que éste es el tema central que ha dado vida a la
inauguración, a la iniciativa y a la preocupación de un importantísimo grupo de
colegas y de profesionales del hospital, que pretendemos mantenerlo en pie con
su patrimonio cultural, edilicio y con su memoria; un hospital, como dijo
Alfredo recién, presente en todo sentido: para el pueblo de la Ciudad y para sus
trabajadores.
Éste es el ámbito de la discusión política de los proyectos que, justamente,
son llevados adelante por los representantes del pueblo de la Ciudad. Esto, que
parece una verdad de Perogrullo, debe plantearse de alguna manera, porque no
estamos discutiendo opiniones en general –siempre valederas, por supuesto– de lo
que creemos que debe ser el hospital. De ninguna manera. Estamos discutiendo
parte del patrimonio del pueblo, de la Ciudad y de la salud, que es un bien
público. Este concepto de salud como bien público es fundamental para entender
que el Hospital Muñiz integra la red de los 33 hospitales que brindan salud a la
Ciudad, a su pueblo y a todo el país.
De manera que cualquier proceso de modernización o de reconversión tiene que
estar en pro –por decirlo de alguna manera– del beneficio de todos aquellos para
quienes trabajamos. En este sentido, rescato el concepto de servidor público,
que es nuestra función. Digo esto porque no quisiera que esta cuestión se
transformara en una batalla de retaguardia en la que después de retroceder
varias veces, solamente podamos pararnos en una última línea, antes del
precipicio, pretendiendo que por conservar el patrimonio estructural del
hospital no avance un proceso de privatización. Es válido, pero como concepto es
muy pobre.
Entonces, saludo la iniciativa de mis compañeros, de todos los trabajadores
que están aquí presentes, de aquellos que han llevado con absoluta buena fe y
confianza el proyecto de museo del Hospital Muñiz, porque es parte de nuestro
acervo cultural. Sin embargo, debo decir, así como fue señalado anteriormente,
que necesitamos un hospital en funcionamiento.
En concreto, con relación al proyecto, señalo algunos aspectos que han
llamado particularmente mi atención, en parte, porque nos dan un baño de
realidad. Fíjense ustedes que se habla de inmuebles, de edificios, de
construcciones y se señala que en los últimos sesenta años no han sido
modificados. Esto demuestra una falta de inversión y un retraso significativo de
inversión pública. También se dice que “en el predio del establecimiento existen
edificios abandonados, con valor histórico arquitectónico”. Yo me quedo con lo
de “abandonados”, porque la cátedra del Hospital Muñiz de la que soy docente, y
me enorgullece serlo, estuvo dos años cerrada porque la Universidad de Buenos
Aires consideró que era peligroso habitarla después de la caída de la
mampostería de los techos.
Por otra parte, me consta que el profesor Troncoso ha tratado de recuperar el
patrimonio de historias clínicas en un centenar de volúmenes que condensan toda
la actividad y la enseñanza de otros profesores, por ejemplo, en la epidemia de
poliomielitis, en difteria, en sarampión, pero debido a la mugre existente y a
la peligrosidad del lugar donde está depositado, no se pudo llevar adelante.
Esto es parte del patrimonio, de la historia y también del presente.
Entonces, quisiera señalar que la cátedra y los edificios requieren una
fuerte inversión. No sólo una inversión para el futuro, sino una inversión para
preservar sus edificios o para reponer las especies arbóreas que todos sabemos
que se caen después de las tremendas tormentas que tenemos en la Ciudad de
Buenos Aires. Es decir, es pasado porque se trata de cultura y de patrimonio; y
es presente porque se trata de una necesidad del pueblo de la Ciudad y de sus
trabajadores.
La Comisión de Planeamiento tiene en sus manos un proyecto que, con la
recategorización de la zona, permitiría poner una cuña a un proyecto de
demolición. Saludo esa iniciativa. Me parece perfectamente lógico buscar todas
las formas posibles de frenar un proceso destructivo, pero también debo decir
que una ley sin presupuesto es una ley vacía. Prueba de ello es la propia Ley
448, que también plantea una reconversión en casas de medio camino y en una
serie de estructuras que, como no tienen presupuesto, no se llevan adelante.
Ésta es la realidad política; ésta es la realidad de la salud de la Ciudad.
El hospital es un bien público: es patrimonio del Estado, es patrimonio del
pueblo. Aquí sus representantes llevan adelante un proyecto que, reitero, apoyo
en el sentido de la preservación, pero insisto en que sin presupuesto, sin
partida presupuestaria debidamente detallada en el Presupuesto –que es la ley
fundamental de la Legislatura–, no va a ser más que una expresión de deseo.
De manera que le solicito a las diferentes corrientes políticas que hoy se
expresan en estas comisiones, que planifiquen y lleven adelante el correlato
presupuestario para poder materializar el mantenimiento del Hospital Muñiz, de
su patrimonio y, como también dijo Seijo, de un hospital que hoy todos
necesitamos: el pueblo de la Ciudad y los trabajadores.
Me opongo a cualquier proyecto de reconversión hospitalaria que vaya en
detrimento del hospital público. Desde mi punto de vista, del hospital no sale
un solo tornillo ni un solo ladrillo. Este es el hospital que nosotros vamos a
defender y, probablemente, el hospital que necesitemos sea el que requiere una
fuerte inversión en dinero, en presupuesto, para que justamente sea el hospital
modelo, la referencia que todos necesitan y el lugar donde el pueblo de la
Ciudad pueda asistirse.
Muchas gracias. (Aplausos.)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario