jueves, 9 de febrero de 2012

El silencio

En medio del silencio de las organizaciones gremiales que representan al resto de los trabajadores del hospital, la carta de Bioquímicos alivia en parte, la inexcusable ausencia de la AMM, la Federación de Profesionales y el SUTECBA.

Ni ATE y UPCN (con escasa o nula representación en el Muñiz) presentes en otros hospitales, han tomado la palabra sobre el tema.

A esta altura del partido, no debería ser la palabra, sino verdaderos gritos, bien altos y bien fuertes, los que denunciaran la situación que atraviesan todos los trabajadores de los hospitales de la Ciudad.

En cualquier lugar de trabajo y en cualquier escenario gremial, cuando se ataca (como a la compañera) la integridad física y psíquica de un trabajador, las organizaciones sindicales declaran el paro por lo menos en señal de repudio a la agresión y en solidaridad con la víctima.

Y no sólo el paro: se convocan asambleas en las que se votan las medidas a seguir tras semejante violencia manifiesta.

Todo lo contrario de lo que viene pasando en el Muñiz.
Todo lo contrario de lo ocurrido en los hospitales Alvarez, Santojani, Santa Lucía.

Sólo la acción de los trabajadores del Hosptial Alvarez quebró la parálisis sindical: mañana vecinos y trabajadores convocaron a un abarazo.

Tampoco las autoridades de la Región Sanitaria han abierto la boca.

No podrían hacerlo sin tener que aceptar la responsabilidad que le cabe al gobierno de la ciudad, por los sucesivos episodios de violencia que todos conocemos: la patota en el Santojani, el incendio en el Alvarez, la muerte de un operario en el oftalmológico y el ataque en el Muñiz, sin olvidar el oscuro episodio del paciente que fue dejado fallecido en la guardia de nuestro hospital y el posterior ingreso de una "barra" armada.

Por supuesto, si se hiciera un acto o asamblea en el hospital, los asistentes observarían el perímetro alambrado en el derrumbe del pabellón 18-19 y el cierre de las salas de pediatría. Si alguien preguntara qué hizo el gobierno de la ciudad frente al deterioro edilicio de todos los hospitales porteños, las fotografías del Muñiz alcanzarían para demostrar el grado de abandono oficial.

Si las organizaciones gremiales no pueden lanzar un paro en protesta por la brutalidad cometida contra uno de los trabajadores, independientemente del encuadramiento sindical que la víctima posea, pero que comparte el mismo ámbito de trabajo, y si esas organizaciones sindicales no pueden unirse en la denuncia, defensa y reclamo por el trabajador agredido con una medida común, significa lisa y llanamente la caducidad de esas direcciones.

Luis Trombetta

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