Texto aprobado en la asamblea de los médicos de la filial Muñiz de la AMM, que sesionó el viernes 2 de julio.
Este texto es el documento elaborado para su aprobación por los distintos sectores gremiales que suscribirán la solicitada cuyo contenido será un extracto del mismo.
Los médicos del Hospital FJ Muñiz, firmantes al pié de estas dos notas, estamos en conformidad con lo expresado en las mismas y proponemos que un extracto de las mismas sea publicado como solicitada en un periódico en forma conjunta con las filiales del hospital de las gremiales: SUTECBA, Asociación de Profesionales y Asociación de Bioquímicos.
El personal del Hospital de Infecciosas FJ Muñiz a la Opinión Pública
El Hospital Muñiz asiste y ha asistido a la comunidad del área Metropolitana Buenos Aires y al resto de las provincias y países limítrofes desde hace más de 120 años, en enfermedades infecciosas que han causado y causan serios problemas en la Salud Pública. Ha formado innumerables generaciones de profesionales en las áreas asistenciales, de diagnóstico e investigación. Su personal siempre estuvo consustanciado con el hospital público y no dudó en estar en la primera línea frente a epidemias que asolaron la región. Sin embargo, en las últimas décadas ha sufrido un permanente deterioro tanto en los aspectos de infraestructura, recursos humanos y suministros, que ha obligado a su personal a realizar verdaderos esfuerzos, en algunos casos en desmedro de su seguridad personal, para mantener un estándar de atención adecuado, en función del único destinatario:el enfermo. Por distintas y no siempre adecuadas vías de comunicación, nos hemos enterado de un plan realizado por empresas privadas para construir un complejo hospitalario al que han denominado “master plan”. El mismo contempla realizar obras que estarían disponibles en un término no menor a los cinco años y a un costo de 170 millones de dólares, para albergar a tres hospitales bajo el nombre de “complejo hospitalario del sur”, que reuniría en el mismo predio a los actuales hospitales de gastroenterología B. Udaondo, de enfermedades respiratorias crónicas M. Ferrer y a nuestro hospital. Nadie podría estar en desacuerdo con una obra que mejore la atención de los pacientes. Pero un fin altruista y beneficioso, puede esconder serios inconvenientes que incluyen desde comprometer patrimonio económico y arquitectónico de la Ciudad hasta producir un cambio en la modalidad de atención, que transforme al hospital público, piedra angular de nuestro sistema de salud, en un sistema donde priven aspectos comerciales por sobre el derecho a la salud. Al respecto queremos dejar expresada la opinión mayoritaria del hospital:
Mientras se lleve a cabo el denominado “master plan”, la desinversión que se ha acentuado en los dos últimos años, ha llevado a clausurar el 50% de las camas de terapia intensiva, una sala de terapia respiratoria, en ambos casos en medio de una epidemia de influenza; no se iniciaron las obras para aislamiento respiratorio, lo que ha generado que enfermeras del hospital adquirieran tuberculosis además del riesgo para los enfermos, pese al compromiso contraído hace dos años por las autoridades de salud de la Ciudad de Buenos Aires. Debido a la precariedad del espacio físico de la guardia se ha instalado un camión ambulante equipado con dos reducidos consultorios, elemento que no está diseñado para funcionar en forma permanente en un hospital. La falta de obras de mantenimiento es notoria, a los que se suma la falta de equipamiento adecuado e insumos y en las últimas semanas el intento de jubilar a personal que es vital para el funcionamiento del hospital, lo cual tuvo que ser revisado ante la oposición interna. Pese a todo ello, recordamos a las autoridades del Gobierno de la Ciudad, que el hospital ha respondido a las demandas de las últimas décadas: pandemia HIV-SIDA, epidemia de dengue e influenza, tuberculosis y todo el espectro de enfermedades infecciosas, que siguen siendo un problema real para la comunidad, pero que a veces no es percibido adecuadamente por aquellos que toman decisiones políticas. Sería deseable realizar inversiones progresivas de acuerdo a un plan de prioridades, que permitan modernizar al hospital pero funcionando a pleno: no pensamos un futuro promisorio sin un presente digno. Consideramos que el monto presupuestado por la iniciativa privada excede las necesidades del proyecto de hospital que queremos. Conocemos y vivimos el hospital público y creemos que esa experiencia nos capacita para decidir qué tipo de hospital necesita la ciudad para los próximos 50 años. No creemos en profesionales de escritorio que diseñan modelos de hospitales para sistemas de atención privada, o insertos en otros sistemas socioeconómicos. Un hospital no es un edificio de departamentos, que primero se construye y luego se ocupa, un hospital se diseña de acuerdo a una estrategia de política sanitaria y a las particularidades propias del mismo.
Comprendemos que el personal de los hospitales B. Udaondo o el M. Ferrer, deseen ocupar un espacio físico digno, luego que perversas políticas de salud los hayan dejado en la situación edilicia actual. Pero por razones sanitarias deben mantener independencia edilicia y administrativa con el Hospital Muñiz. Tampoco queremos llegar, de mantenerse esta desinversión, a la situación de solicitar que nos dejen un espacio en otro hospital para poder realizar nuestra tarea. El predio del Hospital Muñiz es muy atesorado por sus dimensiones y por su valor histórico y arquitectónico. Queremos un hospital moderno, cuyas obras preserven ese patrimonio de los habitantes de la Ciudad, que comience su remodelación sin perdida de tiempo y con nuestra participación. Proponemos que no se confunda la administración de los recursos con la designación de los mismos de acuerdo a las prioridades sanitarias, que sólo los que conocemos la salud pública podemos indicar. Queremos discutir en definitiva el modelo de salud para los próximos años. En un país con desigualdades sociales, culturales y económicas, el principio de equidad y la posibilidad de igualar oportunidades asientan en dos instituciones: la escuela y el hospital público, como lo ha demostrado la historia de los últimos cien años.
El plan master significa privatización, desinversión, achicamiento, pérdida de identidad.
El personal del Hospital FJ Muñiz en su mayoría expresamos: No al master plan. No al gerenciamiento del hospital público.
Firma, aclaración y matrícula.
Este texto es el documento elaborado para su aprobación por los distintos sectores gremiales que suscribirán la solicitada cuyo contenido será un extracto del mismo.
Los médicos del Hospital FJ Muñiz, firmantes al pié de estas dos notas, estamos en conformidad con lo expresado en las mismas y proponemos que un extracto de las mismas sea publicado como solicitada en un periódico en forma conjunta con las filiales del hospital de las gremiales: SUTECBA, Asociación de Profesionales y Asociación de Bioquímicos.
El personal del Hospital de Infecciosas FJ Muñiz a la Opinión Pública
El Hospital Muñiz asiste y ha asistido a la comunidad del área Metropolitana Buenos Aires y al resto de las provincias y países limítrofes desde hace más de 120 años, en enfermedades infecciosas que han causado y causan serios problemas en la Salud Pública. Ha formado innumerables generaciones de profesionales en las áreas asistenciales, de diagnóstico e investigación. Su personal siempre estuvo consustanciado con el hospital público y no dudó en estar en la primera línea frente a epidemias que asolaron la región. Sin embargo, en las últimas décadas ha sufrido un permanente deterioro tanto en los aspectos de infraestructura, recursos humanos y suministros, que ha obligado a su personal a realizar verdaderos esfuerzos, en algunos casos en desmedro de su seguridad personal, para mantener un estándar de atención adecuado, en función del único destinatario:el enfermo. Por distintas y no siempre adecuadas vías de comunicación, nos hemos enterado de un plan realizado por empresas privadas para construir un complejo hospitalario al que han denominado “master plan”. El mismo contempla realizar obras que estarían disponibles en un término no menor a los cinco años y a un costo de 170 millones de dólares, para albergar a tres hospitales bajo el nombre de “complejo hospitalario del sur”, que reuniría en el mismo predio a los actuales hospitales de gastroenterología B. Udaondo, de enfermedades respiratorias crónicas M. Ferrer y a nuestro hospital. Nadie podría estar en desacuerdo con una obra que mejore la atención de los pacientes. Pero un fin altruista y beneficioso, puede esconder serios inconvenientes que incluyen desde comprometer patrimonio económico y arquitectónico de la Ciudad hasta producir un cambio en la modalidad de atención, que transforme al hospital público, piedra angular de nuestro sistema de salud, en un sistema donde priven aspectos comerciales por sobre el derecho a la salud. Al respecto queremos dejar expresada la opinión mayoritaria del hospital:
Mientras se lleve a cabo el denominado “master plan”, la desinversión que se ha acentuado en los dos últimos años, ha llevado a clausurar el 50% de las camas de terapia intensiva, una sala de terapia respiratoria, en ambos casos en medio de una epidemia de influenza; no se iniciaron las obras para aislamiento respiratorio, lo que ha generado que enfermeras del hospital adquirieran tuberculosis además del riesgo para los enfermos, pese al compromiso contraído hace dos años por las autoridades de salud de la Ciudad de Buenos Aires. Debido a la precariedad del espacio físico de la guardia se ha instalado un camión ambulante equipado con dos reducidos consultorios, elemento que no está diseñado para funcionar en forma permanente en un hospital. La falta de obras de mantenimiento es notoria, a los que se suma la falta de equipamiento adecuado e insumos y en las últimas semanas el intento de jubilar a personal que es vital para el funcionamiento del hospital, lo cual tuvo que ser revisado ante la oposición interna. Pese a todo ello, recordamos a las autoridades del Gobierno de la Ciudad, que el hospital ha respondido a las demandas de las últimas décadas: pandemia HIV-SIDA, epidemia de dengue e influenza, tuberculosis y todo el espectro de enfermedades infecciosas, que siguen siendo un problema real para la comunidad, pero que a veces no es percibido adecuadamente por aquellos que toman decisiones políticas. Sería deseable realizar inversiones progresivas de acuerdo a un plan de prioridades, que permitan modernizar al hospital pero funcionando a pleno: no pensamos un futuro promisorio sin un presente digno. Consideramos que el monto presupuestado por la iniciativa privada excede las necesidades del proyecto de hospital que queremos. Conocemos y vivimos el hospital público y creemos que esa experiencia nos capacita para decidir qué tipo de hospital necesita la ciudad para los próximos 50 años. No creemos en profesionales de escritorio que diseñan modelos de hospitales para sistemas de atención privada, o insertos en otros sistemas socioeconómicos. Un hospital no es un edificio de departamentos, que primero se construye y luego se ocupa, un hospital se diseña de acuerdo a una estrategia de política sanitaria y a las particularidades propias del mismo.
Comprendemos que el personal de los hospitales B. Udaondo o el M. Ferrer, deseen ocupar un espacio físico digno, luego que perversas políticas de salud los hayan dejado en la situación edilicia actual. Pero por razones sanitarias deben mantener independencia edilicia y administrativa con el Hospital Muñiz. Tampoco queremos llegar, de mantenerse esta desinversión, a la situación de solicitar que nos dejen un espacio en otro hospital para poder realizar nuestra tarea. El predio del Hospital Muñiz es muy atesorado por sus dimensiones y por su valor histórico y arquitectónico. Queremos un hospital moderno, cuyas obras preserven ese patrimonio de los habitantes de la Ciudad, que comience su remodelación sin perdida de tiempo y con nuestra participación. Proponemos que no se confunda la administración de los recursos con la designación de los mismos de acuerdo a las prioridades sanitarias, que sólo los que conocemos la salud pública podemos indicar. Queremos discutir en definitiva el modelo de salud para los próximos años. En un país con desigualdades sociales, culturales y económicas, el principio de equidad y la posibilidad de igualar oportunidades asientan en dos instituciones: la escuela y el hospital público, como lo ha demostrado la historia de los últimos cien años.
El plan master significa privatización, desinversión, achicamiento, pérdida de identidad.
El personal del Hospital FJ Muñiz en su mayoría expresamos: No al master plan. No al gerenciamiento del hospital público.
Firma, aclaración y matrícula.
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